Número 38

44 es la madre tierra. No tenemos esas casas que da el mal gobierno, bloques y todo eso, pero si tenemos salud, tenemos educación, estamos en eso que son los pueblos los que mandan y los gobiernos obedecen…noso- tros no pagamos luz, agua, tenencia de la tierra, nada. Pero nada recibimos también del sistema…Y esa nuestra forma de ser así vamos a seguir trabajando, luchando, y moriremos así si es necesario, por defen- der en lo que estamos ahora.” La economía zapatista responde a las necesidades de la resistencia y responde de manera creativa a la contrainsurgencia. Pocas veces manejan dinero, como cuando hay que pagar la gasolina. Todo se hace a partir de trabajo político, ideológico, mu- cha explicación. El Sub Moisés pone el ejemplo de la educación, donde al maestro formador con el trabajo colectivo se le tra- baja su milpa, su frijolar, su potrero y así puede tener su paguita. El chiste es de que no quede nadie sin trabajar colectivamen- te; todos los trabajos colectivos que se ha- cen es por el movimiento de la lucha o por el movimiento de la autonomía y para ello los pueblos, las regiones, los municipios autónomos y la zona se ponen de acuerdo cómo quieren trabajar. La economía zapa- tista tiene sus bancos, cuyas ganancias se van también al movimiento de la autono- mía. Se haces préstamos para urgencias y los fondos se integran de aportaciones de las bases de apoyo. Se aclara como había ONG que se colgaban de la lucha zapatista y obtenían fondos para pagar su burocra- cia, en palabras del Sub Moisés: Entonces del hombro de los que están luchando por la injusticia y la desigualdad, y la miseria y todo lo demás, todavía se cuelgan otros ahí. Qué tan inteligentes somos, ¿no? De la economía rebelde salen operacio- nes, incluso para los partidarios, a costos muy inferiores que en el mercado hospita- lario. De todo esto se vigila con acuciosi- dad, dado que es trabajo sudor del pueblo, por ello se exige a sus autoridades a rendir cuentas. No se idealiza el trabajo colectivo y con gran sentido del humor se refiere el vocero del EZLN a los que están fumando su cigarro o limando mucho su machete, para pasar el tiempo, o sea, para ser ma- ñoso. Pero a estos problemas, el chiste es que: “no nos dejamos. Somos muy tercos, somos muy necios. No lo abandonamos. Buscamos la salida, aconsejando, dando aclaraciones, explicaciones, pues, y así va- mos a seguir.” Las participaciones de las mujeres za- patistas, incluidas en el libro, fueron estre- mecedoras durante el seminario, especial- mente el relato de la Comandanta Miriam sobre la situación de las mujeres antes de 1994, que provocó el aplauso más prolon- gado, espontaneo y sentido de quienes la escuchamos: “Desde la llegada de los con- quistadores sufrimos la triste situación de las mujeres. Nos despojaron nuestras tie- rras, nos quitaron nuestra lengua, nuestra cultura. Es así donde entró la dominación del caciquismo, terratenientes, entra la triple explotación, humillación, discrimi- nación, marginación, maltrato, desigual- dad…Porque los pinches patrones nos te- nían como si fuera que son como nuestros dueños.” Su extraordinaria descripción del acasillamiento tocó toda la gama de las humillaciones y trabajos forzados de las mujeres a manos de los finqueros, al grado que unos pensaron refugiarse en los cerros. “Se juntaron, platicaron y lo formaron una comunidad donde pueden vivir. Así formaron comunidad. Pero otra vez cuando ya están en las comunidades, como el patrón, o sea el acasillado trae otra idea, como lo trataron con el patrón los hombres, como que traen arrastrando malas ideas también los hombres, y apli- ca dentro de casa como el patroncito de la casa… No es cierto que se liberó las muje- res sino que ya son los hombres que fue- ron el patroncito de la casa. Y otra vez las mujeres quedaron en la casa como si fuera cárcel, que no salen otra vez las mujeres, quedaron ahí encerradas otra vez…” La Comandanta Rosalinda da cuenta del reclutamiento, en los años de la clan- destinidad, de las primeras mujeres pueblo por pueblo, de la necesidad de organizarse y de que haya compañeras milicianas e in-

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