Número 38
27 y corpulentos, además llevan en su vesti- menta cabezas trofeo 3 . Es decir, los cautivos llevan inscrito en sus cuerpos y vestimentas el control que so- bre ellos se tenía. Se resaltan en ellos la cau- tividad, el sometimiento, la sumisión y la degradación simbolizadas por las ataduras, el despojo de sus ornamentos suntuosos, la pobreza de su vestido o su desnudez y, en ocasiones, por el gobernante que los sujeta o se muestra imponente junto a ellos. Es importante señalar que a través de la indumentaria y la actitud representadas en estas esculturas, los vencedores pretendie- ron ontologizar, o naturalizar, la inferiori- dad del individuo cautivo y, a través de éste, la inferioridad política de sus enemigos de- rrotados. Asimismo, el cautivo en su calidad de víctima sacrificial, identificado por las marcas de “matado”, las señales de sangra- do y otras metáforas de muerte, no sólo nos 3 Para una explicación más profunda respecto a las cabezas trofeo, sugerimos al lector consultar el texto de Baudez (2000) citado anteriormente. indica el destino que tuvo el personaje re- presentado, sino la pretensión de aniquilar la entidad política de la que procedía. No es gratuito que algunos cautivos conserven algunos atributos de poder, ta- les como tocados, pectorales, brazaletes u orejeras, pues estos elementos resaltaban el valor de la captura; es decir, permitían indicar la relevancia política del prisione- ro, pues los personajes así representados han sido identificados como antiguos go - bernantes, líderes militares y otros indivi- duos de la élite. Todo esto nos permite afirmar que en la iconografía de los cautivos había inscri- to un mensaje político claro y contundente a través del cual se realizaba la ontologi- zación de la realidad: los subordinados estaban predestinados a serlo 4 debido a su supuesta inferioridad, de manera tal que la 4 Ejemplo de esto lo constituye el Dintel 8 de Yaxchilán donde la escena representada se ha interpretado como “el momento de la captura” de Cráneo Enjoyado y Kok Te’ Ajaw (Kaneko 2009; Martin y Grube 2008; Schele y Freidel 1990) , pero en ella los “recién capturados” aparecen ya ataviados con atributos característicos de los cautivos. Figura 9. Tablero XVII de Palenque. Fotografía: Gabriela P. González del Ángel.
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