Número 38
22 blicamente en distintos rituales (Schele y Miller 1986). Ser capturado implicaba una serie de humillaciones, torturas y sangra- dos voluntarios antes de ser ejecutado por decapitación, abrasamiento o rodamien- to escaleras abajo (Martin y Grube 2008; Schele 1979). Las formas más recurrentes de humillación consistían en despojar a las víctimas de sus ropajes y dejarlos mínima- mente vestidos, con ataduras de cuerda o tela en las extremidades y el cabello atado con tiras de tela en la parte superior de la cabeza; esto último parece haber propor- cionado el significado principal de control del cautivo, pues facilitaba arrastrarlo por el cabello (Schele 1979). Sin embargo, no todos los cautivos recibieron el mismo tratamiento: no to- dos fueron humillados de igual forma ni todos fueron sacrificados. Si el cautivo era el gobernante de alguna otra ciudad, podía mantenerse con vida como una cla- se de rehén; en otros casos, incluso, se le permitió regresar a su lugar de origen, pero como vasallo del vencedor. En el caso de las mujeres de la élite, éstas eran aprisionadas, secuestradas y forzadas a establecer alianzas matrimoniales con los Figura 4. Estela 15 de Yaxchilán. Fotografía: Ga - briela P. González del Ángel.
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