Número 38
15 roba los procesos de reproducción de co- nocimientos locales, apropiando para sus fines, incluso la vida que otros han cons - truido. Bajo el discurso de la sustentabili- dad, hoy se despoja de lo que Boege (2009) define como patrimonio biocultural. En 2001 Andrés Barreda pone en evi- dencia, tres contratos de bioprospección: el primero firmado entre la Organización de Médicos Indígenas Tradicionales de los Altos de Chiapas (Omietch), El Colegio de la Frontera Sur, la Universidad de Georgia y la empresa Molecular Nature Limited, para la recolecta de miles de variedades de plantas medicinales que se busca explotar comercialmente. Uno más entre Sandoz y la Unión de Comunidades Forestales Zapotecas y Chinantecas (UZACHI) de la Sierra Juárez de Oaxaca, y extrajo miles de muestras de hongos microscópicos de la Sierra Norte de Oaxaca, para investigar, si de los metabolitos secundarios de los mismos podrían obtenerse medicamen- tos para la cura de enfermedades como el cáncer o el SIDA. Un instrumento importante para desestructurar a las comunidades de sus procesos autonómicos han sido las Áreas Naturales Protegidas (ANP), que mas que tener un fin de preservación se conducen con un carácter expansionista, siendo reservorios de riqueza biológica, los cuales desincorporan los elementos naturales de sus vínculos sociales. Di- chos espacios, originalmente en México pertenecían a poblaciones indígenas y campesinas, ya que más del 80% que hoy las define, eran territorios de reproduc - ción social comunitaria. En el estado de Chiapas por ejemplo donde ha surgido el referente más impor- tante de emancipación de la autonomía, casi paralelamente se han constituido múltiples proyectos, que presuponen el desarrollo local alrededor de las ANP, entre los que participan: comunidades lacandonas de Metzabok, Nahá y Lacanjá Chansayab, así como comunidades tzelta- les de Nueva Palestina. La autonomía como libertad Resulta importante puntualizar que no se pretende desestimar la viabilidad de gene- rar desarrollo turístico en la región chia- paneca, sino por el contrario se considera que el territorio tiene una vocación propi- cia para el impulso de este, sin embargo se busca establecer un análisis critico, apor- tando elementos que nos permitan consi- derar si se realiza en el camino correcto, si este fortalece a los sujetos autonómicos, si los esquemas, las estrategias, las iniciati- vas y la perspectiva fortalecen el desarro- llo local, ya que coincidiendo con López y Gabriel (2008) es imposible un desarrollo sustentable sin una base autonómica. Cualquier alternativa de desarrollo para los pueblos, la cual pretenda ofrecer solución a los problemas centrales, supone como condición indispensable la plena participación de sus habitantes en: la elaboración, desarrollo, apropiación y conduc- ción del propio proyecto, en cuanto cualquier iniciativa que no surja de ellos mismos corre el riesgo de no responder a sus intereses e idiosin- crasia y por tanto, carecer de las raí- ces que la sostengan o bien de res- ponder a la lógica de urbanización y rompimiento social en aras de la “modernización” económica con un costo irreversible. (López, 2014:84) No es una coincidencia que la mayoría de los proyectos impulsados por Asocia- ciones Civiles u Organizaciones no gu- bernamentales de conservación biológica, tras varios años de operación no logren consolidarse económica y técnicamente, sino por el contrario continúen depen- diendo de estas organizaciones para su subsistencia, enfrentando coincidente- mente entre ellas dificultades para su operación y comercialización, encontrán- dose aun vulnerables a la estacionalidad turística y los desastres naturales. La autonomía como organización hu- mana debe entretejer embrionariamente
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