Número 38
14 cuando se le considera como lugar de ins- cripción de una historia o de una tradición. Por ello la concepción del espacio y/o territorio (definido indiferenciadamente dentro de este trabajo); entre la sociedad indígena o campesina; encarna determina- das relaciones sociales, las cuales crean es- tados de identidad, por el simbolismo que estas han internalizado. En estas sociedades, la propiedad es una representación meramente comunal, los espacios son bienes comunes y la ló- gica de su producción no corresponde a la acumulación individualizada, incluso sus sistemas de intercambio van más allá de la mercantilización, ellos producen su terri- torio en una línea muy distinta a la de la producción capitalista del espacio. Al igual que la geografía de la acumu- lación, la geografía cultural requiere hacer uso del territorio, pues se fundamenta en el, constituyendo a este como condición, medio y producto de la reproducción de la sociedad. Sin embargo los esquemas de concep- ción son antagónicos, pues para la socie- dad indígena o campesina, el territorio es mucho más que un espacio de producción económica, teniendo primordialmente un valor de uso. Este valor se intervenido cuando los te- rritorios son alcanzados por la expansión geográfica y la reorganización espacial, pues con la reconfiguración del paisaje, la cosmovisión que referenciaba a los ocu- pantes del espacio se modifica; concretan - do un proceso de despojo, no simplificado a su forma física, donde los espacios toman un valor de cambio y son puestos en el mercado, tendientes a las inversiones que transformaran su lógica de producción, sino que sumado a ello emerge otro pro- ceso de despojo desde la esfera organiza- ción, cultural y política, el cual irrumpe las estructuras del grupo social afectando su identidad: el despojo de la autonomía. Una manifestación de ello son los mo- vimientos sociales que tienden a surgir cuestionando la comprensión del espacio como valor de cambio y consecuentemen- te las formas de fragmentación y mercan- tilización del suelo. La autonomía etimológicamente en la interpretación de René Kuppe son los arreglos político-legales que conceden a una entidad pública dentro de un Estado, el derecho de actuar independientemente de la influencia directa del poder político central o nacional. Como explica López y Rivas (2014) “son procesos de resistencia en los cuales etnias pueblos y naciones soterradas recu- peran o fortalecen su identidad mediante la reivindicación de su cultura, el ejercicio de derechos colectivos y el establecimien- to de estructuras político-administrativas con ámbitos y competencias propios” Con base en el fundamento otorgado por López y Rivas, lo más preocupante de la reorganización espacial del capital a tra- vés del turismo, resulta de la no manifes- tación de un sujeto autonómico, es decir de un proceso de resistencia entre muchas poblaciones rurales, estos empiezan a asu- mir los proyectos de turismo de naturaleza como propios, sin dejar espacio a una con- ciencia futura, donde tras dejar atrás los modos de vida tradicionales, se pierda la concepción identitaria de quienes somos y con ello se deje de comprender la dirección hacia la que estas siendo llevados. La reorganización espacial que se rea- liza para abrir espacio a la geografía del capital, irrumpe la cosmovisión local fun- damentada en una geografía cultural, por que como señaló Lefebvre (1974): la ins- tauración de lo cotidiano se transfiere para ser una posibilidad de ampliación del con- sumo, subsumiendo todos los momentos de la vida al mercado. Se fragmentan esos procesos que defi - nen los espacios, a partir de la cultura y el estilo de vida, por que dejan de perma- necer unidos con cierto tipo de coerción estructurada en una suma de fuerzas pro- ductivas y de relaciones sociales. El capitalismo ha encontrado en el tu- rismo otras formas menos bárbaras de ab- sorber territorios, aunque a consideración, con un resultado igualmente violento, que
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