Número 37
59 2. solo puede ser operada por personas con responsabilidad de Estado (gen- eralmente soldados o policías) ya sea por comisión, omisión o aquiescen- cia y 3. pasa por la negación y ocultamiento de toda información por parte del Esta- do buscando invisibilizar, invalidar y no esclarecer las desapariciones forza- das, como bien lo decía Héctor Cerezo “se desaparecen a los desaparecidos”. Las desapariciones forzadas son crímenes de lesa humanidad que se com- plejiza al exhibir cuatro características clave: 1. es múltiple pues viola todos los derechos humanos fundamentales, 2. es continuo pues tiene lugar en todos los momento durante los cuales la víctima está desaparecida, 3. es imprescriptible en la medida en que el plazo de si prescripción comienza has- ta que la víctima es encontrada ya sea con vida o sin ella y 4. es pluriofensivo pues viola tanto los derechos humanos de la persona de- saparecido como de sus familiares, amigos y personas solidarias que los rodean y buscan. Es importante señalar que en el Artículo 24 de la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas dice: “...se entenderá por víctima la persona desaparecida y toda persona física que haya sufrido un perjuicio directo como consecuencia de una desaparición forzada” Desde esa óptica y de acuerdo también con la jurisprudencia internacional aquéllos que han experimentado la angustia, la incertidumbre, el su- frimiento, el miedo y el estrés por la desaparición forzada son también víctimas de la misma. Constituye un acto de graves violaciones al derecho a la integridad personal, al derecho a no ser arbitrariamente privado de la libertad, el derecho a ser pro- tegido por la ley, el derecho a ser reconocido como persona jurídica, el derecho a no ser sometido a tortura o tratamiento cruel, inhumano o degradante, el derecho a no ser desaparecido, el derecho a la verdad y el derecho a la vida. La posición de los que desde arriba y a la derecha desaparecieron a los nuestros cristaliza en lo dicho en 1979 por el terrible dictador argentino Videla cuando decía: “Ni muerto, ni vivo, está desaparecido” ante esta posición epis- temicida desde aquí abajo y a la izquierda les respondo haciendo resonancia de la consigna del Comité Eureka a nuestro compañero “¡Vivo se lo llevaron, vivo lo queremos!”.
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