Número 35
9 autocrítica. La mitologización académica de las llamadas «certificaciones» interna - cionales que pautan y modelan las formas de la enunciación y que filtran las llamadas «palabras clave», y juzgan arbitrariamente la calidad de las fuentes del conocimiento, han seducido a buena parte de las acade- mias. Por lo anterior, el pensamiento alter- nativo fustiga el papel conductor y mani- pulador que juegan conocidos grupos de interés anglo-norteamericano, es decir de poder transnacional. Frente a esta ofensiva productivista de las certificadoras del Nor - te que apunta a favorecer el «pensamiento único» se erigen a contracorriente quienes adhieren al pensamiento alternativo. Des - tacaré que la sensibilidad que acompaña dicho pensamiento tiene una carga ética y axiológica de compromiso con las mi- norías, clases subalternas, pueblos origi - narios y movimientos sociales que bregan contra la desigualdad, las formas arcaicas y nuevas de coerción, exclusión y priva- ción de la vida. Como corriente de pensamiento ha orientado su crítica a la ofensiva «neo - liberal» sin descuidar el estudio y revi- sión de otros legados del pensamiento occidental y no occidental o del llamado Sur . Es notable y de plena actualidad, la reciente contribución de Hugo Biagini y Diego Fernández Peychaux de resignificar en base a una consistente y aguda argu- mentación al «neoliberalismo», llamán- dolo neuraliberalismo .( cfr. El Neurolibe- ralismo y la ética del más fuerte , Buenos Aires: Editorial Octubre, 2014). El pensamiento alternativo reivindica el derecho de intervenir activamente en el horizonte de sentido de aquellos conceptos y categorías filosóficas, antropológicas, so - ciológicas y de otros saberes afines o con - vergentes que con pretensiones de rango de universalidad o generalidad, continúan
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