Número 35

35 lego político y teórico de grupos diferen - ciados en el interior de la nación, como las etnias o los pueblos , y la idea de un tránsito inevitable a la uniformidad, a la proletarización y al fin de los fenómenos étnicos y nacionales. Los etnomarxistas han criticado a los partidos de la izquierda tradicional por cargar con el pecado original de las pers- pectivas eurocéntricas de sus creadores, quienes preocupados por la revolución mundial consideraron “pueblos sin histo- ria” a todos aquellos que se alejaban del impetuoso desarrollo capitalista. Recor- demos sus calificativos a los mexicanos de “perezosos” y “los últimos de los hom- bres”, al justificar la guerra de agresión y conquista de Estados Unidos contra Méxi - co en 1846-1848; de acuerdo a esta inter - pretación, los mexicanos serían redimidos de su atraso secular, y los territorios arre- batados pasarían, a juicio de Engels, “de la penumbra de lo irracional a la luz del devenir histórico”. 14 Más tarde, durante el siglo XX, Leopoldo Mármora señaló la carga de esta herencia en los movimien- tos socialistas que consideraron a la bur- guesía liberal y al proletariado moderno como los únicos sujetos sociales posibles y necesarios de todo cambio real. 15 El Instituto Lingüístico de Verano Importante en el desarrollo de una co- rriente crítica en la antropología mexica - na fue la investigación acción en torno al 14 Ver. Salomón Bloom. El mundo de las naciones. Buenos Ai- res: Siglo XXI, 1975. También: Gilberto López y Rivas. La Guerra del 47 y la resistencia popular a la ocupación. México: Edito- rial Nuestro Tiempo, 1979. La 4° edición, de Ocean Sur, es de 2009. 15 Leopoldo Mármora, El concepto Socialista de nación. Mé- xico: Siglo XXI, Colección Pasado y Presente, No. 96, 1982, p. 255. Estas posiciones se manifiestan actualmente: el siguien - te texto es parte de una declaración emitida el 14 de julio de 2006 “En todas estas acciones la clase obrera recupera su espacio de fuerza fundamental del proceso revolucionario, el campesinado, los pueblos indígenas y negros y la juventud se destacan por su combatividad y participación masiva en la lu- cha, negando en los hechos el discurso que pretendió proster- nar (Sic) la acción de la clase obrera al surgimiento de “nuevos actores sociales”. El proletariado, histórica y estratégicamente, nunca perdió su papel de fuerza fundamental del proceso revolucionario.” Declaración del X Seminario Internacional Problemas de la revolución en América Latina. Quito. 14 de julio de 2006 (negrillas nuestras). Igualmente, en la Resolución de solidaridad con los pueblos de América Latina y del Caribe, elaborada en el 10° Encuentro Internacional de Partidos Co- munistas y Obreros, se menciona sólo una vez a los indígenas, subsumidos en “diversos sectores de trabajadores”: “Se am - plía y fortalece la organización de diversos sectores de trabaja - dores, jóvenes, estudiantes, campesinos, indígenas, mujeres, entre otros…” Documento citado, 2 de diciembre de 2008. Instituto Lingüístico de Verano (ILV), que llevó a cabo El Colegio de Etnólogos y An - tropólogos Sociales de México a fines de los setenta. Constituyó una investigación colectiva sobre un problema sensible en la vida de muchos pueblos indígenas, que enfrentó las complicidades del gobierno mexicano con el ILV y la velada posición de sectores dentro del propio Colegio. El ILV fue estudiado tanto en sus postulados ideológicos como en sus acciones concre- tas, publicándose un libro: El ILV en México o la Declaración Mariátegui, y lográndose, a partir de una movilización de más de dos años, la cancelación del convenio entre el ILV y el gobierno mexicano en 1978. Las cartillas de alfabetización de la Biblia del ILV introducían el individua - lismo, rompían todo sentimiento de lazos comunales o colectivos. El ILV trabajaba a partir de una organización dividida en tres secciones: una religiosa encargada de darle ese contenido a las campañas de pe- netración entre las poblaciones indígenas, así como de conseguir los fondos necesa - rios entre compañías petroleras, iglesias fundamentalistas y otros organismos de carácter “gubernamental”; una de lin - güistas que tenía en sus manos el aspec - to “técnico” de la conversión religiosa en la lengua “nativa”, quienes a su vez eran, en realidad, misioneros preparados para vivir dentro de las comunidades, aunque con una conveniente modernización de su hábitat; y una tercera sección de avia - dores y técnicos de radio que constituían el aparato logístico de comunicación y transporte para la labor “religiosa”, inte- grado en parte por ex militares. La verdadera labor del ILV se inscri- bía en una gran variedad de trabajos de espionaje, contraespionaje, contrague- rrilla, control y manipulación ideológica de poblaciones, todo ello en favor de los intereses del gobierno y las transnacio- nales estadounidenses. Los sacrificados e inocentes misioneros documentaban las formas locales para sobrevivir en la selva, la etnobotánica, los cruces de ríos en épocas de crecida, las ramificaciones o

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