Número 35
25 llamada antropología crítica del grupo de los siete magníficos (Guillermo Bonfil, Ar - turo Warman, Margarita Nolasco, Rodolfo Stavenhagen, Mercedes Olivera, Enrique Valencia y Ángel Palerm) que publica el li- bro Eso que llaman antropología mexicana . Metodológicamente, la crítica cuestio - naba el estudio de la comunidad como un todo descontextualizado, con una visión monográfica, estática, que constituía una tendencia a ser superada por la perspecti- va marxista. También se ponía en duda la supuesta “neutralidad” de la ciencia, y se le contraponía con el compromiso social de los antropólogos. La relación etnia / clase, explorada por Rodolfo Stavenhagen y el concepto de co- lonialismo interno, de Pablo González Ca- sanova, abrían perspectivas en estos años, junto al estudio crítico de la cuestión na - cional, dentro del propio campo marxista Para esta generación, la antropología social, en particular, era en buena parte, la ciencia de la otredad y la diferencia ; dedi - cada al análisis de la diversidad social, ét- nica, de género, grupos de edad; al examen de las relaciones conflictivas o armoniosas entre los heterogéneos componentes que conforman las sociedades humanas, las cuales, no obstante esa pluralidad y diver- sidad, constituyen una sola especie que evoluciona a partir de su determinación o particularidad social y la producción de cultura, mismas que superan su condición estrictamente biológica. Precisamente, el distinguido pero olvi- dado antropólogo estadounidense Leslie White (1900 – 1975), una singular y so - litaria figura que tiene el valor de hacer un viaje a la Unión Soviética en 1929, en el contexto del adverso medio anticomu- nista que predominaba en Estados Unidos, distingue al ser humano por su capacidad para crear cultura y define este concepto como “el continuo temporal y extra so- mático (esto es, no biológico) de objetos y eventos que dependen de la capacidad humana de simbolizar” 3. En el desarro - 3 Ver: Leslie A, White. The Science of Culture. A Study of Man and Civilization. Toronto: Farrar, Straus and Giroux, 1971. llo evolutivo de los primates, el ser huma- no aparece cuando se desarrolla la habili- dad de dar un significado abstracto a un objeto o suceso. El lenguaje articulado es la más característica y la más importante de las formas de simbolizar, única en esta especie. De esta manera, el ser humano es definido básicamente en términos de su expresión simbólica y, por consi - guiente, por su capacidad concomitan- te para producir cultura. White argumenta que la cultura, como instrumento extra somático, no puede ser explicada a través del factor biológico, siendo éste irrelevante para los problemas de interpretación de la diversidad y de la evolución de la cultura. Propone que la ciencia que estudia el fenómeno cultural sea llamada propiamente culturología y no antropología, y que las interpretaciones sobre esta realidad sean culturológicas y no sicológicas o biológicas. Rodolfo Stavenhagen. Foto de Benjamín Flores Pablo González Casanova
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