Número 35
20 doscientos cincuenta y trescientos pesos. Esto quiere decir que para que un cor - tador gane el equivalente al salario mínimo tiene que cortar entre tres y cuatro tone- ladas por día. Pero en términos reales, en los campos, por más esfuerzo que pongan a este trabajo, los cortadores sólo pueden llegar a cortar una tonelada y media. Es posible que los trabajadores lleguen a cortar hasta dos toneladas, pero al no tener ellos ninguna representación en el batey que es donde se pesa la caña que va a en- trar a los molinos del ingenio, los “cabos” y quienes pesan, le van quitando caña a cada uno de los cortadores, cobrando así hasta cuatro o cinco toneladas por día, dinero que proviene del trabajo y el esfuerzo ajeno. A un lado de Anastasio se encuentra don Mere, un hombre de setenta años que es cortador caña desde los ocho años. A pesar de su avanzada edad se esfuerza por arrancar la caña. Pretende al igual que sus demás compañeros alcanzar a sacar tone- lada y media. Dice que últimamente no lo ha logrado, que ya lo está rebasando la vejez. Aunque lo acompaña su hijo Felipe, dice que él también necesita “sacar pa’ sus frijoles”. Al preguntarle acerca de su expe- riencia sobre este trabajo, menciona que alguien tiene que hacerlo, pues “tal vez era nuestro destino”. A la una de la tarde, va duro el traba- jo, pero es hora de comer algo. Entre los morrales que cargan, cada uno saca su co- mida; no es mucha pero han aprendido a llenarse con la tortilla, que es el alimento que todos comparten. Todos van a un paso, tienen que comer rápido porque sólo que- dan alrededor de cuatro o cinco horas de luz, y tienen que asegurar el corte. No hay tiempo para platicar. El tiempo pasa rápi - do, y la caña espera. El primero que se levanta para aden - trarse nuevamente al cañaveral, es Higi- nio, un niño de doce años. Higinio viene con sus dos hermanos mayores, de quince y diecisiete años. Los tres tienen que redo- blar esfuerzos, ya que su padre está enfer- mo y se ha quedado en las galeras. A pesar de su corta edad, Higinio es capaz de cortar en un día hasta media to - nelada de caña. Aunque nunca ha ido a la escuela, sabe contar, y sabe, sin necesi- dad de un sistema escolar que lo que cor- te será una contribución importante para la economía de su familia. Señala que a veces con los manojos que corta alcanza para comprar las tortillas, lo que significa que con las diez a doce horas que invierte en el corte en un día, gana entre diez y quince pesos. Datos del INEGI revelan que en el año 2012, había en México 3 millones de niños de 5 a 17 años trabajando. De esta cifra, La niñez en el corte de caña: Estos días he cortado más, porque mi papá está enfermo, ese sí que saca harta caña, por eso nos tenemos que apurar. Foto de Berenice Rodríguez
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=