Número 35

16 las anquilosadas universidades y se am- pliaron los derechos de los estudiantes y profesores. Gracias a los estudiantes la autonomía- más allá de sus temporales reveses- quebró las bases autoritarias e injerencistas de los gobiernos no siempre legítimos. Gracias a la reforma institucio - nal los profesores se beneficiaron de las cátedras paralelas y del reconocimiento de la pluralidad de ideas. En la actualidad, muchas organiza - ciones juveniles siguen levantando sus voces de protesta contra los gobiernos y los mal llamados «representantes» de la ciudadanía. En el Perú impugnan una ley que prescribirá el empleo juve- nil precarizado al servicio de las voraces corporaciones empresariales. Maltratar a la juventud atenta contra el futuro de la nación y eso no le importa a muchos go- biernos ni a sus llamadas “clase política”, mucho menos a sus élites económicas. Pienso en la actual lucha de los jóvenes mexicanos demandando el retorno de los normalistas secuestrados por las fuer- zas del orden a los que quieren vivos de vuelta. Evoco las precedentes, esas me - morables movilizaciones de los jóvenes mexicanos contra el oligopolio mediá- tico de Televisa y Azteca por nutrir de valores antidemocráticos el imaginario popular, iniciado desde los campus de las más prestigiadas universidades privadas y que inflamó el espíritu juvenil de las universidades públicas. La historia de las grandes protestas juveniles en el mundo nos muestra que sus demandas son justas y sus realizacio- nes pueden ser de largo aliento y tenor positivo para sus sociedades. Mi mejor aliento decembrino, víspera de navidad y año nuevo, para esos jóvenes que saben de ideales y voluntades de obrar justicie- ros cambios.

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