Número 31
15 de desarrollan sus actividades, con la fina - lidad de que les faciliten sus tareas. Pero así como hay profesionistas que se prestan a servir de instrumento de intervención, también existen otros que han denunciado este hecho, dentro de los cuales, considero, se ubica “Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos”. Algunos de estos profesionistas y sus instituciones encubren sus actividades pero otros no se ocupan de eso. Dentro de estos últimos, el autor analiza el caso de la Universidad de Chicago que en ju- lio de 2007 publicó el Manual de contra - insurgencia (No. 3-24) , de lectura “obliga - toria para entender la mentalidad de los intelectuales de la guerra contra el terro- rismo”, según el autor. Del manual tomo una cita incorporada en el libro: “Se es - pera que los Soldados y Marinos sean constructores de naciones, lo mismo que guerreros. Ellos deben estar preparados para ayudar a restablecer instituciones y fuerzas locales de seguridad y asistir en la reconstrucción de los servicios bá- sicos. Ellos deben de ser capaces de faci- litar el establecimiento de la gobernabili- dad local y el imperio de la ley”. Mientras leía esta cita, vino a mi mente un boletín de la Embajada norteamericana en nuestro país, fechado el 10 de octubre del 2011, titulado “Estados Unidos y SEDE - SOL Reafirman Compromiso para Cons - truir Comunidades Fuertes y Resistentes”. El documento daba cuenta de una visita que el entonces recién nombrado Embaja- dor de los Estados Unidos en México, An- thony Wayne, hizo a la Secretaría de De- sarrollo Social (SEDESOL): ocasión en que declaró: “A través de la Agencia para el De - sarrollo Internacional (USAID), el gobierno de Estados Unidos respalda la meta de SE- DESOL de eliminar la pobreza mediante el desarrollo integral, incluyente y humano, y mejorando las condiciones sociales, eco- nómicas y políticas tanto en áreas rurales como urbanas, los cuales atajan la esencia del Pilar IV de la Iniciativa Mérida”. Si uno recuerda que desde hace déca- das la USAID es la fachada que la CIA utili- za para otorgar fondos y contratos a terce- ras partes que promueven sus operaciones, no tiene razón para sorprender que meses después de esta visita, el gobierno mexica- no echara a andar su “Cruzada contra el hambre” cuyos principales operadores son los integrantes de las fuerzas castrenses del país y los empleados de la Comisión Nacional para el Desarrollo de os Pueblos Indígenas (CDI) sus guías. Más recientemente, con la aparición de los grupos de autodefensa en el estado de Michoacán, para defenderse del crimen or- ganizado, ante la ausencia de Estado que lo hiciera, John Kerry, el Secretario de nor- teamericano declaró, el 17 de enero, que su país estaba muy preocupado por la situa- ción y estaba dispuesto a ayudar para re- montarla. Con esa ayuda a sin ella, lo cier- to es que a partir de entonces y siguiendo en mucho lo que el Manual de contrain - surgencia (No. 3-24) aconseja, el gobierno mexicano comenzó a tomar medidas para someter a su control las autodefensas, sin que ello implicara que la situación de inse- guridad en la región haya terminado. Otro documento que se analiza en el li- bro es la Guía para del asesor de fuerzas es - peciales, del cual uno de sus críticos señala como “el manual de etiqueta de la con - trainsurgencia”, en el cual se “advierte al personal militar que el mundo entero no es como los Estados Unidos”. Si el asunto no fuera tan serio, uno podría imaginar que para los operadores de la contrainsurgen- cia mexicana la mentada guía debe funcio- nar como el Manual de Urbanidad buenas costumbres , de Manuel Antonio Carreño, con el que se formó por muchos años al personal que operaria las empresas priva- das y en algunos casos todavía se usa. Un tercer documento que se estudia es el programa de investigación denominado The Minerva Research Iniciative, cuyo obje- tivo es lograr “una comprensión más pro -
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=