Número 31
10 tarde, penetró otros lugares, pudo incluso cerrar una obra. Todo lector cuidadoso y exigente no dejará de interrogarse sobre todos y cada uno de los epígrafes usados en la obra. Los epígrafes dependerán en parte del género escritural en que se inscribe el li- bro que nos interesa. Estos textos breves, tomados en calidad de préstamo de otros autores, expresan algo acerca de las prefe- rencias ideológicas, teóricas o políticas de quien las eligió. Usualmente son juicios o pensamientos que pueden cumplir o no, una función rectora en el tratamiento del capítulo o de la obra en su conjunto, incluso suplir de manera admonitoria o conclusiva la palabra del autor. Los epí- grafes poseen una compleja función rela- cional. El epígrafe representa la vía corta y directa entre el autor y el lector, gracias al epigrafiado. Gregorio, al elegir los ocho epígrafes de su primer capítulo asume la función tradicional del epigrafista frente a los epigrafiados y sus pensamientos. Sin embargo, considerando que el des- tino del epígrafe es el lector, deberemos develar su carácter no siempre conscien- te de auténtico epigrafario . 1 La lectura de la obra de Gregorio me deja pensando si los epígrafes deben ser vistos únicamente como paratextos y no como un subgénero que queda encapsulado por otro. Tema a escudriñar y debatir. En otro trabajo he- mos documentado cómo en algunas obras relevantes del pensamiento político lati- noamericano, la ideología « encapsula », como si fuera una matrioska a un mito, a una utopía o a ambos. Pasemos ahora a dar cuenta de Gre- gorio como epigrafista convencido, sin salirnos de su obra. Sus veintinueve epí- grafes hablan en su conjunto de nuestro autor en cuatro campos diferenciados pero que guardan en el pensar, en el sen- tir que signa la escritura de Gregorio So- senski vasos comunicantes. Únicamente presentaremos alguno de los epígrafes utilizados en cada uno de los campos, a manera de ejemplo. Con la finalidad de no contaminar a los lectores con nuestros pareceres, dejaremos a la vista, y en diálogo abierto y triangular al autor, al epigrafiado y al epígrafe. Que cada quien reflexione y se pregunte a su manera. El primer campo, da cuenta parcial de sus presupuestos, estrategia historiográ- fica y deudas intelectuales. En este caso el corpus es mucho más rico. Sin embar- go, estos epígrafes no deben ser desde- ñados, fueron elegidos conscientemente por el autor: «Hay personajes que se vuelven in- tocables, pero para los historiadores no pueden haber intocables. La his- toria es un proceso constante, hay que estar revisando, no hay verda- des ni obras definitivas, es un traba - jo de aproximaciones sucesivas» Paul Garner, 2003. 1 Genette, Gerard. Umbrales. México: Siglo Veintiuno, 2001. Gregorio Sosensky y su esposa Ana Correa. Buenos Aires, 1968.
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