Número 30
23 lo cual no deja de legitimarme con las letras. Soy lector, poco selectivo, y trato de manifestar mis reflexiones por escrito. No he escrito ficción y en el proceso de plasmar mi pensamiento he descubierto, eso sí, el efecto mágico de cómo se van aclarando mis ideas mientras se expresan en el papel. De modo que escribo para que las grandes ideas se expongan. Todavía no percibo la necesidad de ser leído. Aun- que me he declarado como no escritor, mi afición por la literatura es antigua, me alimenté de textos clásicos de la literatu- ra policiaca tradicional de la que llegué a considerarme casi un experto. Lifshitz comenta estar casado con una doctora en Letras que, ahora, tiene los sueños de editora, y con ella ha tenido acceso a la teoría de la literatura. Pero también a una visión más profesional de los textos. Asimismo, con ella ha integra- do tres volúmenes de medicina basada en cuentos donde colaboran muchos de sus colegas médicos. El libro más reciente se titula La otra historia clínica que rescata lo que las historias clínicas tradicionales desdeñan y en el cual participaron auto- res entre médicos, pacientes, familiares y escritores profesionales. -Hoy -añade Lifshitz- la llamada me- dicina narrativa combina un poco los dos saberes, pues explora más allá de la histo- ria clínica tradicional y se adentra en las vivencias de pacientes, médicos, familiares y amigos. Pero también la lectura-escritura me ha enriquecido como médico y me ha permitido entender mejor a mis pacientes, ayudarlos más, “leerlos”, hacerme enten- der por ellos, rescatarme del contexto en que se da el proceso salud-humanidad y ponerme en su lugar. La historia clínica formal En su turno, Adolfo Martínez Palomo (Ciudad de México 1941) -médico ciruja- no y doctor en Ciencias Médicas- confir - ma ser escritor de textos científicos, pero uno de los libros de literatura que más le ha atraído, desde el punto de vista médi- co, es La peste, de Albert Camus, al con- siderar que pocas veces ha leído un texto donde se describe de manera exponencial un tema de salud pública. -Durante varios años -continúa- escri- bí en la página de Ciencia del periódico La Jornada más de 60 artículos. Hasta que nombraron a la actual directora (Carmen Lira). Yo creo que ella consideró que no éramos suficientemente exquisitos, ni suficientemente izquierdistas, de esa “iz - quierda mexicana” que predomina en La Jornada , y corrió a todo el grupo que coordinaba Javier Flores. No nos dieron ni las gracias, ni los buenos días. Tampoco nos pagaron un sólo centavo. Desapareci- mos de esas páginas. “Pero uno de los artículos que me gus- tó es “Los morados de Chiapas”. En ese Adolfo Martínez Palomo
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