Número 30

18 Después de todo ello, uno se pregunta cuántos pasajes y páginas son esos donde hay errores, omisiones, tergiversaciones, contradicciones, producto de las ambicio- nes, pleitos o descripciones llenas de las candorosas ingenuidades del escritor. Con qué se queda entonces el lector. Cuántas páginas y pasajes se salvan y hacen de esa obra un portento de la literatura universal. Don Ramón Iglesia no tuvo el tiempo para seguir con sus ejercicios de confron- tación, pero lo que es increíble es que Du- verger, con todo el tiempo que ha tenido, no se haya tomado la molestia de siquiera hacer algunos intentos para ver si podía aportar algo nuevo, en aquella sugerencia clave que hiciera don Ramón Iglesia. No: Duverger, no hizo nada nuevo, dejando incólumes los trazos que han realizado sus antecesores, incluyendo Hernán Cortés

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