Número 30

12 claro que Duverger cuestionaba la paterni- dad de la Historia Verdadera … En aquellos ríspidos mensajes no dejaban claro o por lo menos no me acuerdo que se dijera a quién le atribuía la paternidad de dicha obra. Aunque el topamiento y conquista de pueblos y comunidades de naturales de lo que se dio en llamar la Nueva España se encuentra en el horizonte humano-tempo- ral que trabajo desde hace muchos años, no me ocupo tanto en lo que dice o reflexio - na la historiografía de nuestros días, sino de los escritos y reflexiones que hicieron quienes fueron actores o escritores cerca- nos a las campañas de conquista, someti- miento y en no pocos casos aniquilación de los que no se dejaron someter, aun en los siglos XVIII y XIX. La confección de bibliografías y bio-bi- bliografías y la edición de “fuentes prima- rias” ha sido parte de mi ocupación, no sólo por gusto, sino también para cumplir con el mandato de ley que tiene el INAH, del cual soy uno más de sus investigadores y lo cual me aleja un poco de la historiogra- fía del momento actual, que si bien no dejo de revisar para ver qué es lo que se está escribiendo sobre las fuentes primarias y en su caso y en los momentos oportunos hacer referencias a esos trabajos, no me ocupo en detalle de los mismos para elabo- rar reseñas puntuales respecto a ellos. Cuando vi la polémica que estaba pro- vocando el libro de Duverger me dije “ese no es mi pleito, yo debo seguir en lo mío”. Sin embargo un día me encontré con la obra en una librería del Fondo de Cultura Económica, donde lo exponían en su mesa de novedades. Leí apresuradamente la con- traportada donde me saltaron los últimos renglones “Duverger conduce al lector por un apasionante recorrido que lo llevará a descubrir quién era el verdadero autor de la Historia verdadera… y cómo pudo pasar tanto tiempo tras las sombras”. Esos renglones prenuncian un libro que se vendería mucho, tanto por el tema que trata como por la manera de abordar- lo y el modo atrayente de ser presentado. Bajo ese razonamiento comencé a hojear- lo. Letra grande, buena caja, pero las notas al final del texto y no a pie de página, con letra más chica y amontonada, como que- riendo que no se lean. Siempre será un fas- tidio el estar pasando de hojas para saber la referencia o la aclaración que quiere ha- cer el autor, y todavía ello se complica más si la letra es menuda y junta. Primer desen- canto, aunque luego pensé, ello permitiría una lectura recorrida sin fastidiosas notas eruditas. Pensamiento que sólo podría corroborarse leyendo el texto y viendo la necesidad o no de las notas. En un balance final uno cae en la cuenta de su fastidio y en muchos casos de la inutilidad de mu- chas de ellas, que más parecieran que están puestas para hacer bulto que para aclarar dudas o ilustrar hechos. Un muy buen amigo me decía que un libro se comienza a leer siempre de atrás para adelante. Revisé las ilustraciones, que son las que están colocadas al final y antes un agradecimiento, y mucho antes el índice onomástico, etc., Ante ello habría que ir al principio para ver el índice capi- tular del trabajo que despliega los temas a exponer en cada uno de sus apartados. Su lectura me llevó al “Epílogo Imaginario, 17 de enero de 1907, Academia Francesa”, pág. 243, o sea casi al final del libro y diri - jo entonces mi atención hacia dicha parte del libro para descubrir con asombro que después del enunciado ya referido sigue un asterisco que chocantemente remite al final de las notas en la página 294, y don - de confiesa que este epilogo imaginario, se inspiró en la  Aduana de Mar  de Jean d´Ormesson y en “La voluntad y la fortu- na” de Carlos Fuentes, [y que] “es la única parte de este libro que recurre a la ficción. Todo el resto de la obra es producto de una rigurosa investigación…” Estas palabras escondidas me hicieron sentido de otras líneas de la contrapor- tada que queriendo adelantar un poco lo que tiene el lector en sus manos, señalan que lo que se tiene frente a la vista es en- tre “investigación histórica y novela poli- ciaca”. Bueno, me dije, no estoy de humor para leer una historia policiaca que nadie

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