Número 29

17 mista. Ciertos resabios positivistas pueden encontrarse en sus formulaciones, de ma- nera explícita o interlíneas. Las raíces boli- varianas y vasconcelianas de los idearios y símbolos indoamericanos no siempre fue- ron explícitas, pero sí su abierta oposición a las concepciones europeístas y paname- ricanistas en boga durante la primera mi- tad del siglo XX. En ese periodo la apelación a los orí- genes culturales pobló el imaginario de la intelectualidad continental, suscitando muchas adjetivaciones de América: Indo- latina , cuya autoría es difícil de precisar, pero no así su presencia discursiva en la diplomacia carrancista; Indohispana , pre- sente en el ideario de Sandino a partir de 1927; América India , asumida en 1929 por una corriente aztequista dirigida des- de México por R. J. Durán; Negrindia , re- elaboración marginal caribeña cribada en oposición al Garveyismo de los años vein- te. Otros términos identitarios fueron ob- jeto de una ensayística política peculiar y conservadora como Indohispana (Teyssier, 1941), o de izquierda, como Indo í bera del escritor venezolano Humberto Tejera, pu- blicada dos años más tarde. El nacionalismo continental vía la en- sayística filosófica y política abrió una nueva primavera de los discursos del mes- tizaje en clave populista, a contracorriente de una atmósfera internacional proclive a las ideologías de la exclusión. El racialismo indoamericano traduce a su manera sus deudas con la filosofía positivista spence - riana y la sociología de Pareto más que con la antropología culturalista anglosajona. Indoamérica tuvo más éxito que las otras categorías identitarias alternativas ya referidas entre los años veinte y cua- renta; su fuerza radicó en su densidad semántica al sustantivizar el espacio con- tinental, pero también por apoyarse en la proyección intelectual de sus autores y propagandistas. En la segunda mitad de los años veinte se pueden encontrar las primeras señas indoamericanas, en el pen- samiento de Haya de la Torre y Mariáte - gui, coexistiendo al lado de otros términos, como América Latina o América Indoíbera, sin conflictuarse entre sí. Haya de la Torre fue su principal abanderado. La primavera ideológica de entreguerras En los años treinta esta categoría en cons- trucción logra sus más puntuales elabo- raciones: en Ecuador, con Ricardo Molina

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