Número 28
24 artificios morales de las palabras mientras no les tocasen su lógica de la renta y/o la plusvalía, los fundamentos de su poder y sus propios mitos. La retórica y la apariencia, al decir de Mariátegui, debían ser cuestionadas por sus fuertes anclajes en la cultura oligárqui - ca. Entendía por retórica el lenguaje crio - llo-oligárquico que se había vuelto expan - sivo, y que cumplía la función de trivializar los problemas, retacear la realidad, y velar la identidad de sujeto. No sorprende la des - confianza de Mariátegui frente a los pro - gramas, por los que prescindirá de ellos en esta fase. ¿Cómo iniciar un emprendimien - to político cultural que logre un puente en- tre la vanguardia política y la artístico-in- telectual si ambas están en gestación? Si se trataba de acelerar el ritmo del proceso de definición ideológica y de concentra - ción de fuerzas, el programa no podía ser la premisa de inicio del mismo, sino una de sus metas. Había además que avanzar en la crítica del modo de comunicación pre - valeciente en la cultura oligárquica, la cual hacía que la palabra del criollo, revestida de solemnidad autoritaria, pretendía ser la voz calificada en los espacios públicos, en las academias y en los medios artísticos. A contracorriente, Mariátegui consideró que, para “presentar Amauta , estaban demás las palabras solemnes. Y agregó: « Quiero proscribir de esta revista la retórica » . 6 La apariencia, que en la cultura del ba - rroco legitimó la creencia de que el parecer era el ser, en el contexto de la crisis de la cultura oligárquica se convirtió en disfraz acomodaticio, en coartada para el traves- tismo intelectual, político y social. En - fáticamente sostuvo: « El Perú es un país de rótulos y de etiquetas. Hagamos al fin alguna cosa con contenido, vale decir con espíritu» . 7 El nosotros como sujeto creador debía realizar un doble movimiento, de ne- gación del viejo orden y cultura oligárqui - ca y de modelador y gestor de uno nuevo. Y si el Perú era -y lo sigue siendo- un país de rótulos y de etiquetas, el título de la revista, desde el campo de su recepción, resentiría a las inercias culturales de su formal adscripción. No fue gratuito que Mariátegui le saliese al paso, dotando a Amauta de tres sentidos convergentes y beligerantes: El título preocupará probablemente a algunos. Esto se deberá a la im- portancia excesiva, fundamental que tiene entre nosotros el rótulo. No se mire en este caso a la acep- ción estricta de la palabra. El título no traduce sino nuestra adhesión a la Raza, no refleja sino nuestro ho - menaje al Incaísmo. Pero específi - camente la palabra Amauta adquiere con esta revista una nueva acepción. La vamos a crear otra vez. 8 El nosotros, se reapropiaba de un sím- bolo, de una palabra, para expresar los sentidos y mensajes de los que se sentía portador. En la lucha contra la retórica de la cultura oligárquica que buscaba li- 6 Idem . 7 Idem. 8 Idem.
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