Número 28

15 A la memoria de Rafael Herrera Con tu mujer que lavaba los platos en la cocina y no entendía, con tu hija que se probaba su vestido nuevo y sonreía, con la radio que zumbaba por el mundo cosas extrañas, y la respiración de tu perro que dormía… Con tus santos siempre dispuestos a bendecir tus esfuerzos por el pan, con tu niño rubio a quien regalaste una pistola para matar, que parece de verdad… con el lecho donde tu mujer no te ha sabido nunca amar, y los anteojos que pronto deberás cambiar, ¿Cómo es que no logras volar? Con tus ventanas abiertas a la calle y los ojos cerrados a la gente, con tu tranquilidad, lucidez, satisfacción permanente, con tu cola de repuesto, tus vírgenes en alquiler, y tus golondrinas de guardia sobre el techo… […] con tu dulce consistencia, tu oxígeno purgado y tus ondas reguladas en la habitación, con el permiso de transmitir y la prohibición de hablar, y cada día, otro día para descontar, ¿Cómo es que no logras volar? Con tus entusiasmos lentos, precisados por recuerdos estacionales, […] con tu coleccionismo de palabras complicadas, tu última canción para el verano… Con tus manos de cartón para estrechar otras manos normales, con el idiota en el jardín para cuidar tus rosas mejores, con tu frío de montaña y la prohibición de sudar y luego ya nada de lo que te puedas avergonzar, ¿Cómo es que no logras volar? de Canzone per l’estate (Canción para el verano) Texto de Fabrizio De André y Francesco De Gregori, música de F. De Gregori 1 1 Con leves variantes, la canción se puede escuchar en http://www.youtube.com/watch?v=R8JdsQDuorQ (Fabrizio de André) o en https://www.youtube.com/watch?v=R3GPC88xG_Q (Francesco De Gregori). Hermanos de lucha: los únicos posibles Paul Hersch Martínez N i se tiene ni interesa la buena conciencia, y menos la de qui- en se amput ó las alas: lo que tenemos son merititas tareas. Tareas de esperanza empecinada en medio de los aires y ventarrones desesperanzadores de este fin de año. Para esas buenas conciencias, aco - modadas en sus certezas, el mundo es un escenario, un noticiero, si acaso un t ó pico de conversaci ó n plagado de cli- chés, de prejuicios, de opiniones injer- tadas por la televisi ó n, el radio y las in- stituciones encargadas de reproducir el acomodo a ultranza desde la más tierna edad del ser humano. Sin embargo, en su autismo, esas beatí ficas conciencias apuntalan el aparato de atropello que lastima al bien común, en los tantos costados y recovecos de una Repúbli- ca que alguna vez quiso ser soberana: cuchilladas y machetazos en el costado laboral, en el educativo, en el energéti- co, en el agropecuario, en el de las co- municaciones... Al tiempo que asusta ver ya esbozada esa figura de los porta - dores de buenas-conciencias-para-nada en algunos jóvenes, digitales, preocupa - dos por nutrir su biograf ía embutida en una linda burbuja, en una pantalla in- finita, vertido su ánimo en un torneo de virtualidades mientras este país como que se nos va. Se nos va la verg üenza y eso no es mucho de permitir. Y aunque hay vergüenzas y vergüenzas y no todas son

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