Número 26

36 mostró cómo las categorías de discrimi- nación socialmente construidas –de clase, etnia, género, y preferencia sexual- inter- actúan simultáneamente configurando contextos de desigualdad social. Crítica permanente de las modas teóricas, nunca puso nombre a sus propuestas analíticas, sin embargo desde su trabajo de largo aliento en el Istmo de Tehuantepec, hizo aportes importantes pare entender lo que alguna feministas llaman la “perspectiva interseccional”. Pero para Marinella la investigación antropológica no tenía sentido alguno si no iba acompañada de un compromiso social que permitiera que su trabajo fuera algo más que libros para una biblioteca, por lo que siempre mantuvo un dialogo permanente y solidario con las causas del movimiento lésbico, gay, bisexual, trans- género (LGBT). Esta solidaridad humana que siempre la caracterizó, fue reconocida unos meses antes de su muerte por la co- munidad Muxe en el DF que le organizo un muy merecido homenaje. Este fue el me - jor regalo que sus amigas Muxes pudieron haberle dado, con lágrimas en los ojos me hizo la crónica de todo el evento y creo que el mismo se realizó en un momento en el que ella necesitaba mucho de esas mani- festaciones de cariño y reconocimiento. Si bien su obra académica fue muy im- portante para mí en mi búsqueda de nue - vas herramientas teóricas y metodológi- cas para la descolonización de mi propio feminismo, fue su Amistad y su calidad humana lo que más le agradezco. A través de nuestra amiga común, Lía Rojas Mira, llegó a mi casa en Cuernavaca y se quedó en ella varias semanas mientras yo me en- contraba de viaje. A mi regreso me recibió con ese cariño y agradecimiento, que ella manifestaba con su estilo tan Napolitano. Desde ese momento sellamos una Amis - tad llena de complicidades que fue muy importante para mí en un periodo muy difícil de mi vida. Mi hijo Rodrigo encon - tró en ella una tía consentidora, crítica a mis reglas excesivas (para su gusto), gritona y amorosa que siempre tomaba partido por él. El 7 de septiembre pasado, Rodrigo, a sus 14 años, descubrió el do - lor de perder a alguien querido y así me lo hizo saber: “mamá, por primera vez se me muere alguien a quien quiero mucho y tomo conciencia de lo que es la muerte, pues cuando murió la abuela era demasia- do pequeño y no entendía. Voy a extrañar mucho a Marinella”. Creo que todos los que estamos en este homenaje, presen - cialmente o de manera virtual, la vamos a extrañar mucho, sus risas, su gritos, su solidaridad humana, su capacidad de es- tar ahí siempre que se le necesitaba, su preocupación por crear comunidad en un mundo donde cada vez priva más el indi- vidualismo. Un saludo solidario a todos y todas las que comparten esta tristeza por su partida y esta alegría por el privilegio de haberla tenido en nuestras vidas.

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