Número 23

5 tas promovieron la imagen del Canadá como país de ensueño, es tal vez pertinente ahora organizar, en gesto de reciprocidad vecinal, una feria del cianuro en el centro de Toronto o de Vancouver, donde se ofrezcan cocteles con cianuro, jarabitos de cianuro, galletitas de cianuro endulzadas con miel de maple, confites de lixiviados para niños golosos, a fin de beneficiar con esas bendiciones cianuradas no sólo a los menores de Tetlama, sino a todos los niños del mundo, incluidos los chamaquitos canadienses. Como si no fuera suficiente la documentada presencia de plomo en la sangre de niños en zonas de minería tóxica (véase por ejemplo el caso de la otrora bella y apacible comunidad de Molango, en Hidalgo), o para más cercanía, la contaminación por arsénico y otros tóxicos en el agua de Alpuye - ca y de toda la región donde estuvo el basurero de Tetlama, contaminación sin duda relacionada con la incidencia actual de numerosos casos de cán - cer, ahora tenemos la distinción de ser informa- dos, gracias a la noble gesta de la empresa minera, que el cianuro no mata . No sólo es conveniente que quien dictó esos carteles y pintas aparecidas en Tetlama y Cuernavaca demuestre públicamente los beneficios del cianuro en su propio organismo, sino que quienes pagan la difusión de esas afirma - ciones, y en particular quienes giran sus dólares desde fuera del país a esos pagadores, nos hagan el favor, enorme, de ingerir uno de sus cocteles lixiviadores, lo que sería sin duda beneficioso para la salud pública de Morelos. Por otra parte, resulta incomprensible que la Semarnat en los estudios de impacto ambiental que demanda, no considere la afectación que la conta - minación por cianuro y otros metales causa sobre las personas. Consideramos que, sin menospreciar los impactos sobre el medio y las afectaciones a los sitios arqueológicos, la afectación a las poblaciones humanas es aun más importante. El silencio de la Secretaría de Salud a nivel federal y estatal al res - pecto es inexplicable. Los estudios que esta Secre - taría de Salud se realizan cuando ya hay víctimas, y difícilmente entonces hay ya “remediación” alguna de la situación. Es conveniente que basándose en experiencias nacionales e internacionales, se pre- vengan los graves problemas que se ciernen sobre las poblaciones de las inmediaciones de las minas, así como los problemas colaterales que se presen - tarán en las poblaciones que han de recibir los ma - teriales contaminantes. Este número presenta entonces un texto del historiador Felipe Echenique sobre la relevancia identitaria de los monumentos arqueológicos y su protección, incorporando la descripción que hiciera en 1791 sobre Xochicalco don José Antonio Alzate. Paul Hersch aborda la vertiente social y antropoló - gica de los efectos nocivos de la iniciativa minera de tajo abierto en Morelos que, a pesar de haber - le sido adversa la resolución emitida por la Semar - nat a inicios del mes de junio, implica una situación cuya naturaleza ominosa sigue presente en diversos flancos. Presentamos a su vez la declaraci ón unáni - me de los delegados de los trabajadores académi - cos del Instituto Nacional de Antropología e Histo - ria, cuestionando con fundamento y por su carácter ominoso los recientes cambios en la dirección del mismo. El artículo de Ricardo Melgar reflexiona acerca de la percepción de la inseguridad y la vio - lencia en el Estado de Morelos, manifestado en la proliferación de numerosas empresas de seguridad “privada”, así como en la inacción del gobierno de turno frente a esta problemática.

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