Número 22
33 trasformación social, como fue el caso de Lula, en el Brasil, y el Partido de la Revolución Democrática, que con su firma del Pacto por México, no sólo le - gitimó un gobierno impuesto por el mercado elec - toral y los poderes facticos, sino que está avalando otras contrarreformas neoliberales, como la laboral y la mal llamada “reforma educativa”. En los ámbitos de la academia, me sumo a la crí - tica de quienes han renunciado a la teoría marxista del imperialismo, los llamados por Valqui espada- chines ilustrados de la burguesía transnacional, y a quienes han abandonado los rigores de los análisis de clase, pero siguiendo cabalmente las adverten - cias de González Casanova en cuanto formular las redefiniciones de los conceptos fundamentales. Por ello, él destaca que no podemos quedarnos en el concepto tradicional de lucha de clases que conser- va un sentido fabril y economicista del que no logra desprenderse. El concepto de explotación tampoco es suficientemente comprensivo. Ambos conceptos, el de clases y el de explotación, requieren ser com- plementados o superados por el de dominación y apropiación del excedente y de la riqueza a costa de los trabajadores y de los pueblos , en procesos de apropiación del plusvalor y del capital acumulado, y en procesos de distribución y apropiación inequita- tiva del excedente y de la riqueza. Ambos conceptos vinculan el poder político, represivo, informático, cultural y social con las relaciones de producción. Asimismo, no podemos quedarnos en el concepto de imperialismo sin señalar que en la etapa de la globalización las demarcaciones de las “fronteras”, de lo “externo” y lo “interno” (que a los nacionalis - tas les sirvieron para ocultar las contradicciones in - ternas atribuyendo todos los males a las externas) se ha confirmado cada vez más a lo largo del mun - do. En el interior de las naciones está lo exterior. En cada Estado nación se dan los vínculos y redes con otros Estados-nación, con el capital multinacional y transnacional, con el Estado global incipiente y con sus asociados locales. Las luchas tienen que darse en lo local, lo nacional y lo global, privilegiando unas y otras en forma práctica. Y sin descuidar ninguna. 12 Conclusión La defensa del patrimonio cultural pasa, entonces, por tomar conciencia del significado totalizador de esta recolonización que afecta las bases de repro - ducción de los pueblos y la sobrevivencia misma de la especie humana. Las dimensiones de la ocupa - ción afectan todas las esferas de la vida humana y ponen en peligro los fundamentos materiales y te- rritoriales de las formas colectivas de convivencia, exacerbando al máximo la polarización social y pro - fundizando las condiciones de pobreza de millones de seres humanos. Considero importante conocer a fondo el siste- ma de explotación-dominación que enfrentamos, pero es también fundamental confiar en la capaci - dad y voluntad de los pueblos para desarrollar es - trategias de lucha que combinen creatividad con eficiencia, centralidad con autonomía, principios éticos con construcción de alternativas. La izquierda actual, después de las experiencias traumáticas de la burocratización del socialismo real y la institucionalización de la izquierdas dentro de los esquemas de la democracia tutelada, se de- fine en función de que tanto es capaz de mantener una posición de congruencia ética y coadyuvar a construir poder popular en formas de democracia participativa que impidan la utilización de aparatos políticos para el encumbramiento y ascenso social de unos pocos. Nuestros enemigos son poderosos pero no inven - cibles. Si está en juego la sobrevivencia misma de la especie humana, confiemos en que las fuerzas de la vida y el valor de la dignidad prevalecerán por sobre la maquinaria capitalista de muerte y destrucción. 12 Pablo González Casanova. De la sociología del po- der a la sociología de la explotación. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología e introducción por Marcos Roitmann. CLACSO Coediciones-Siglo del Hombre Editores. Bogotá, 2009.
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