Número 18

48 El hueso de la pierna de guajolote se suele uti - lizar para pixcar el maíz, es como especie de aguja que permite abrir la hoja de la mazorca en la punta y facilita sacar la mazorca. Etnografía del guajolote en Tetelcingo, Morelos. En diversas comunidades del Estado de Morelos, du - rante el ciclo anual, se realizan diversas ceremonias y rituales en las que se elaboran alimentos de carác - ter sagrado. Destacan los que tienen como base el guajolote, ya que formarán parte de las ofrendas que les permitirán a las familias establecer vínculos de reciprocidad, así como favorecer el contacto y negociaciones con el mundo de lo sobrenatural. El ritual de la boda Una boda en Tetelcingo representa la unión de dos familias y también sus respectivas redes de recipro - cidad, es decir, se refuerzan los vínculos de apoyo; por lo que utilizan la frase “nochti, tlatlachichiuale” lo que significa “vamos a echarnos una tortilla” . Es importante destacar, que quien lo hace está indican - do el reconocimiento, reafirmación o invitación de pertenencia a una familia . Desde la madrugada “la gente” del novio acude al hogar de sus padres para matar los cerdos, lim- piarlos y destazarlos. Se utilizan pequeñas varas para medir los cortes de carne, pues deben ser del mis- mo tamaño (piezas cuadradas que contienen carne y grasa). Entre tanto, las mujeres amasan y mezclan las semillas que prepararon un día anterior, después las colocan en una bandeja ubicada frente al altar. En el solar, los hombres prepara un tamal con los sesos del cerdo, que solo es repartido para la gente que participó en la cocina. Entrada la tarde y después de comer, el novio se traslada a una habitación para vestirse con la ropa que sus padrinos le compraron, solía portar ropa de manta, con una cobija sobre los hombros y un som - brero; pero en la actualidad la tendencia es utilizar saco, pantalón, camiseta y una corbata. Entre tanto, las mujeres encabezadas por la madrina del novio sahúman el altar del hogar, colocan dos cajas de plá - tanos y dos jarros que contienen “tepache” ; seguido de dos cajas de cerveza en igual número de ayates. Un rezandero sitúa al novio en frente del altar hogareño, para darle un sahumerio, cadenas de flo - res y dos velas. Después de invocar la gracia divina de los santos y vírgenes, le pide los objetos sagrados y ubica sobre el altar. En el patio de la casa, la madrina del novio se pone un ayate sobre la espalda y una jícara roja so - bre la cabeza, lo que significa que es la responsable de encabezar la celebración. Mientras un músico interpreta su violín, la ma - drina reparte alcohol entre los asistentes. Las muje - res rodean al novio y el rezandero, toma dos grandes cruces que se ubican en el altar para entregárselas al padre del novio y al rezandero. Todos bailan alre - dedor del novio, quien permanece inmóvil. Poste - riormente se les unen mujeres quienes cargan coro - nas de flores y un sahumerio. El baile es conocido como “xochilpizaua”, ca- racterizado porque se cargan dos guajolotes y dos cruces adornadas con flores de diferentes especies, a las cuales les nombran “xuchecuajjtupile”, palabra compuesta de “xuchetl” (flor) y “cuajtupile” (palos o árbol) que en su conjunto significa árbol floreciendo; es decir, lo que se espera de la pareja “que va vivir en su etapa de apogeo”. Acto seguido, las mujeres salen de la habitación para distribuirse alrededor del solar y esperar la sali- da del novio, para luego dirigirse hacia las calles del poblado. Encabeza el trayecto el padre y el rezande - ro, quienes cargan las cruces, los guajolotes, mien - tras que otros hombres con la ayuda de ayates, tras- ladan dos grandes ollas; un ayate contiene leña y dos

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=