Número 16
34 de 7 pesos por hora trabajada. ¿No son groserías? Buscas un lugar para sentarte a comer y te rifas unos buenos tacos de pastor (alemán), o de Bistec, de guisado, de suaperro , de carnitas, de canasta o qué se yo, hasta unos alambres, te refinas una gordi- ta, una quesadilla, unas flautas, un sope, un tlacoyo (con una coca light para las que están a dieta); una pizza para la crema y nata de la sociedad, una co - mida corrida con tus compas de la oficina, un caldo de gallina pa’ los crudos, un cocktail de camarones para los cachondos , un cocktail de frutas para los enfermos, para los desconsolados y para las obse - sivas, una torta para los empleados y obreros. Los jefes y las secretarias comen en el Vips, en el Toks , en el Sangrons , en el Chillis o en un restaurancillo de mediano prestigio (según el sapo es la pedrada), has - ta en restaurantes internacionales, italianos, france - ses, comen comida china, o qué se yo, platillos para los de la high society. ¿Hace calor?... en un lugar como esta selva, con tanto animal, siempre hace calor en los lugares pú- blicos. En el metro ni se diga a las 2:00 o 3:00 p.m.; es el mejor lugar para echarte una buena siestecita después de comer: te puedes subir en una estación terminal y viajar dormido de terminal a terminal las veces que quieras hasta reponer el sueño. El calor es insoportable y el olor peor (bueno, eso dicen, no lo sé de cierto por mis problemas olfativos). Afuera, mientras los perros callejeros y lombri - cientos toman su siesta de medio día o se lamen los kiwis a placer, la gente camina cual zombies , con tanta pereza que parece por un momento que el
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