Número 16

33 locidad. En un punto los destinos se separan; pero la gente (cual pececillos) siguen los diferentes cauces del río. El río se convierte en distintos arroyos; pero no hay piedad, tienes que seguir avanzando. En esta ciudad tienes que saber a dónde vas, tienes que andar a las vivas todo el tiempo, por - que todo el tiempo estás propenso a un empujón, a un pisotón, a un trancazo en los tobillos, o en la cabeza, a que te atropellen (sea carro, moto, carri - to de hot dogs , diablito , o hasta la misma gente), a un doloroso choque con cualquiera de los anterio- res, estás propenso a que te roben, a que te vean la cara y te bajen tu lana , a que te vendan algo, a que te agarren una nalga, a que te acosen, a que te perreen , a que te insulten, te falten al respeto, a que te sigan, todo eso en el mejor de los casos; en el peor y exagerando un poco, a que te secuestren, que te violen, que te maten, etc. Todo es un constante ajetreo, uno no puede caminar a su libre anto- jo. Hay reglas, reglas establecidas por los mismos quienes las siguen. Todos los caminos tienen un sentido de ida y uno de regreso, en todos lados, hay fila y de ley te tienes que formar. Fila para las taquillas, fila para los torni - quetes, fila para salir, fila para entrar, fila para la micro , fila para el metro - bús, fila para el baño, fila para esto, fila para aquello. Aunque nunca falta quien sufre ese feo hábito de la im - puntualidad, y con la pena (y sin ella), se ven obligados a meterse a las filas, recibiendo toda clase de insultos e improperios, como las clásicas -y bien ganandas- mentadas de madre , em- pujones y demás formas de comuni - cación metreras . Un buen ciudadano, inteligente, o por lo menos al que le importe su integridad, al salir a la selva tiene que saber a dónde exactamente va, tra - zarse una ruta y un itinerario, saber qué transpor - te va a tomar, saberse los transbordos en el metro y cuántas estaciones viajará, contar con cambio para el camión y saberse por lo menos la dirección de dónde quiere llegar. Claro que estamos hablando de un ciudadano modelo. En los hechos, esto no es más que una utopía: aunque esta selva sea “pequeña”, uno siempre se pierde. Llega la 1:00 p.m. y las horas de comida comien - zan. Comienza a haber gente que sale a comer. Los lugares donde venden comida se empiezan a llenar y obviamente también es la hora en la que te empieza a dar hambre. Ya no hay lugar, hay mucha gente, se tar - dan mucho, te anda del baño , tienes ganas de orinar, tienes hambre, estás cansada, tienes calor ¡cómo no estás en tu dulce hogar! Te cobran 5 pesos por vaciar la vejiga, ¡5 pesos! Cuando el salario mínimo ahora es

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