Número 13
        
 40 Creemos que si los rojos lograsen triunfar, se iniciaría una era de verdadera construcción. Pero entonces, por el ejemplo, peligraría la dominación de las potencias imperialistas en los demás piases sojuzgados”. 23 Hurtwitz en otro artículo, aunque se previno de caer en fáciles aplicaciones transcontinentales, pro - puso a los latinoamericanos extraer una lección del viraje chino de 1927, pensando en el papel del “ene - migo común” en cualquier lucha antiimperialista. Por lo que remitiéndose al caso nicaragüense,  calificó al general Moncada tras suscribir el pacto que le ofre - cieron con los norteamericanos, del nuevo Chiang Kai Shek de Nicaragua. 24 Las simpatías de la UCSAYA hacia Sandino fueron abiertas participando en di - versos medios y actos públicos a favor de la lucha antiimperialista en Nicaragua, además de promover activas campañas económicas para la adquisición de armas durante los años de 1927 y 1928. 25 Si el prisma orientalista descansaba en el rol protagónico de los campesinos, los mexicanos y latinoamericanos podían darle tonos nativistas, considerando la gravitación fascinante de la Re- volución mexicana. Fue José María Benítez quien rescató el legado zapatista de la lucha campesi- na por la tierra, al mismo tiempo que criticaba la subsistencia de “la propiedad rural acumulada en unas cuantas manos”, gracias a los vericuetos legales y reglamentarios en que se escudaba con la complacencia de los líderes agraristas. Benítez rearmó el legado zapatista situándolo en las coor- denadas revolucionarias de la Internacional Cam- pesina y de las Ligas de Comunidades Agrarias de Veracruz, cuestionando implícitamente las políti- 23 Hurtwitz, Jacobo, “China contra el imperialismo”, La Batalla (México), Nº 3, 21/5/1927, p. 8. 24 Hurtwitz, Jacobo, “La esperanza amarilla”, El Liberta- dor (México) Nº 12, 1/6/1927, pp.27-28. 25 Recinos, Luis Felipe, Sandino; hazañas  del héroe, San José, Costa Rica: La Hora, 1934, p.26. cas agraristas de Obregón y Calles: “…los campesinos no necesitan leyes de estira y afloja, leyes de equilibrio, porque esas leyes favorecedoras en primer término de la clase capitalista, no podrán producir más que periodos de equilibrio bélico más o menos peligroso; porque en el fondo de esta espera campesina, en el fondo de este embaucar a los trabajadores del campo, está latente la revolución proletaria, que no dará leyes de progresiva concesión capita- lista, sino que tomará de un golpe lo que le corresponde a las masas campesinas”. 26 La sensibilidad político-cultural de Benítez prefi- rió rescatar el legado zapatista de la Revoluciónmexi- cana más allá de sus fronteras y de su accidentado y controvertido proceso. Los caminos de la autoctonía política por los que transitaron nuestros intelectua- les latinoamericanos en el exilio y de los mexicanos que compartían con ellos sus preocupaciones an- tiimperialistas y revolucionarias, indicaban que la búsqueda persistía más allá de sus disensos. No eran todavía tiempos hacer viable un consenso, el debate necesitaba nuevos aires y algo más de tiempo. Últimas palabras Debemos decir que las fuentes consultadas no per- mitieron afinar el registro de las redes intelectuales mixtas, tampoco el de sus disensos y menos la tra- ma que explica  la suspensión de la edición de La Batalla y más tarde, en la segunda mitad de 1928, la extinción de la UCSAYA. Prescindimos, por eco- nomía textual, de narrar las miradas y acciones so- lidarias para con los exiliados, a fin de atender su fervorosa adhesión a la causa sandinista, sin dejar de articularla al juego geopolítico que envolvía al propio México y su gobierno. 26 Benítez, José María, “La sangre campesina inútilmente derramada”, La Batalla (México), Nº 2, 11/5/1927.
        
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