Número 13

36 posible sin el reconocimiento de los intelectuales que supieran cumplir una función de mediación y articula - ción. Nos referimos a Alejandro Sux y Carlos León. Más allá de los textos que dieron vida y forma a la UCSAYA, los colaboradores de La Batalla pocas veces asumie - ron de manera explícita el ideal bolivariano. Amado Chaverri Matamoros fue una excepción. En uno de sus artículos, Chavarri se explayó sobre el legado unionista de Simón Bolívar, al que revistió de actualizados tonos cooperativistas y militaristas para garantizar “la igual - dad y la fraternidad”: “..hoy menos que nunca puede ser una utopía el ideal máximo de Bolívar, indican - do como fórmula salvadora, como camino providencial, una estrecha liga de nuestras repúblicas, a base de dos o tres grandes con - federaciones de naciones. El libertador había ideado una especia de gran cooperativa continental qué, sin restar auto - nomía interior a los países aliados, significara una férrea asociación defensiva en cualquier emergencia de agresión exterior. (…) …que les permitan constituir, de hecho, UNA GRAN POTENCIA, con todos los recursos y toda la fuerza política necesaria para poder contar en un futuro próximo, v.y gr. Con mil o dos mil ae - roplanos de bombardeo, capaces de contestar airosamente cualquier posible agresión de los Estados Unidos del Norte.” 16 El lenguaje guerrero de nuestros antiimperialis - tas logró su mejor síntesis en el propio lema de la UCSAYA: “Unión o muerte”. En lo general, los cola - boradores de La Batalla convergieron en el uso de una retórica beligerante. Algunas de las imágenes y sentidos fuertes que utilizaron venían de sus no con - censuadas adhesiones antiimperialistas, obreristas y revolucionarias. Una lectura del primer número de 16 Cheverri Matamoros, Amado, “La batalla antiimperia- lista”, La Batalla (México) Nº 6, 25/6/1927,p.8. La Batalla puede ser útil para graficar este aserto. El vocero de la UCSAYA salió ni más ni menos, que en un combativo primero de mayo, corría el año de 1927. La elección de una fecha tan simbólica para el movimiento obrero no podía pasar desapercibida para sus editores. El propio nombre de La Batalla re - velaba el espíritu beligerante de la naciente red neo - boliviariana; también la oportunidad del mismo, con - siderando el proceso que centraría sus principales desvelos y acciones, es decir, el inicio de la guerra de liberación nacional en Nicaragua. 17 Entre los artículos de fondo figuraba en primer lugar “La declaración de Principios” de la UCSAYA y por ende de La Batalla . Revisando sus páginas llamó nuestro interés la publicación de un texto del venezolano Eduardo Ma - chado fechado en abril de 1927 y remitido desde La Habana, en el cual daba cuenta de la conformación de la sección venezolana de la Liga Antiimperialis - ta. 18 En el primer número de La Batalla no se anun - ciaba la fundación de una sección venezolana de la UCSAYA como se hubiese esperado, pero sí el más reciente logro de la Liga Antiimperialista. La UCSAYA se mostraba así incluyente y cooperante con la Liga Antiimperialista de las Américas y lo refrendaría más adelante. El artículo de Machado nos merece dos co - mentarios: el primero sobre la Liga, el segundo sobre las redes del exilio venezolano. En realidad, la anun - ciada sección de la Liga Antiimperialista Venezolana fue, más un deseo del ala más radical del exilio que una realidad, por lo que su propósito principal fue 17 La Batalla salió tres días antes de la infamante firma del acuerdo de paz entre Stimpson, el delegado norteamericano de las fuerzas de ocupación que intentaban sostener al gol- pista Adolfo Díaz, y el general Moncada, jefe de las fuerzas liberales que habían salido en defensa del derrocado presi- dente Sacasa, dando inicio a la llamada “Guerra Constitucio- nalista”. Sandino cuestionó el acuerdo de paz y dio inicio a la guerra de liberación nacional. 18 Eduardo Machado, secretario de la Liga Antiimperialis- ta, Sección Venezolana,” Manifiesto a los Venezolanos”, La Batalla (México),Nº 1, 1/5/1927, p. 6.

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