Número 13

35 Mundial . El hecho de que las obras de Sux figurasen al lado de obras de Bakunin y Flores Magón, eviden - cia que su obra era tenida en alta estima entre los libertarios mexicanos . 10 En dicha lista figuraba tam - bién el escritor José María Benítez, autor de Gesto de Hierro y colaborador de La Batalla. Los textos de Sux, por sus títulos, sugieren ser inscritos en su ya conocida vena literaria: El asesino sentimental y Del reino de bambalina . Sux desde 1906 había puesto su pluma al servicio de la causa libertaria, siendo cono - cido en los circuitos de habla castellana por la ampli - tud de su obra. Así, por ejemplo, Cantos de Rebelión (1909) salió en una edición especial para México, Barcelona y Buenos Aires. Durante la estancia del es - critor argentino en México, sus filias anarquistas se tradujeron parcialmente en las redes intelectuales que promovió a favor de la UCSAYA, y de su vocero La Batalla. Destacó en lo particular el vínculo de Sux con el libertario español Emilio López Arango (1894- 1929), quien, tras una breve residencia en Cuba, ra - dicó en Buenos Aires, adhiriendo a partir de 1912 al ideario anarquista. Los vínculos de López Arango con la UCSAYA fueron mediados por Alejandro Sux cuan - do se desempeñaba como director de La Protesta , el más importante periódico anarquista de América La - tina. 11 El propio Sux había formado parte del equipo de redacción de La Protesta en 1909, lo que refren - da la hondura de este vínculo libertario. Sux, duran - te su estancia en México, se casó con Ruth Corral y tuvo una hija de nombre Alejandra Alays. 12 En 1929, el escritor argentino devino en ocasional publicista latinoamericano del gobierno de Portes Gil 13 a través de su revista La Patria Grande (1929). En La Batalla 10 La Batalla (México), año 1, Nº 4, 21-5-1927, p.9. 11 “Emilio López Arango. En recuerdo del compañero y del amigo”, La Protesta (Buenos Aires), Nº 316, pp. 585-589. 12 Tarcus, Horacio, “Alejandro Sux” en Diccionario de la izquierda argentina, Emecé, Buenos Aires, 2006. 13 Tras el asesinato de Álvaro Obregón, Emilio Portes Gil asumió la presidencia interina de México entre el 1º de di- ciembre de 1928 y el 5 de febrero de 1930. hubo otro colaborador de filiación libertaria, anarco individualista, que firmaba como E. Armand, presu - miblemente vinculado a Sux. 14 La Batalla: un espacio de convergencia y de lucha La B atalla fue algo más que un vocero de la UCSAYA. 15 Alejandro Sux, a pesar de sus filias libertarias, se movió a la altura de la organización unionista y antiimperialis - ta que decía representar. La Batalla configuró un esce - nario donde convergieron cuatro corrientes ideológi - cas en torno a la defensa continental de las agresiones múltiples del imperialismo norteamericano. Todavía en el curso del año de 1927, era posible pensar en frentes intelectuales y políticos amplios. En febrero de 1927, a pesar de ciertas fricciones, el Congreso Antiimperia - lista Mundial celebrado en Bruselas forjó un espacio significativo de encuentros y aproximaciones. Más allá del escenario europeo, en nuestro propio continente, nuestros intelectuales de izquierda, a pesar de sus di - vergencias, podían reconocerse en algunos lugares de encuentro y puntos de convergencia política. Naciona - listas revolucionarios, anarquistas, socialistas, apristas y cominternistas podían todavía coexistir en La Bata - lla , caminar juntos un cierto trecho, y hasta enarbolar una misma bandera antiimperialista. Pero eso no sería 14 Armand, E., “Los individualistas y el sentimiento”, La Batalla (México), Nº 3, 21/5/1927,p.5 15 En 1983 consultamos una colección de los primeros seis números de La Batalla publicados entre mayo y junio de 1927 en la Biblioteca de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Lamentablemente dicha colección que no sabemos si es parcial ha desaparecido de su fondo hemerográfico, por lo que no pudimos completar nuestro estudio. Nos apoyare- mos en las en las fichas de algunos artículos que motivaron nuestro interés en aquel entonces. Según hemos podido veri- ficar en 2006, no aparece ningún registro de La Batalla ni en el Archivo General de la Nación ni en las Bibliotecas públicas de la ciudad de México. No hemos perdido la esperanza de volverla a leer, incluso aclararnos si los números que en otro tiempo consultásemos parcialmente, correspondían o no a la colección completa de dicha publicación.

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