Número 13

17 El riesgo acompaña la existencia de los seres hu - manos de manera cotidiana y subyace en la toma de muchas decisiones y en la dinámica de las rela - ciones entre las personas. A otro nivel, el riesgo ha sido, desde hace siglos, una circunstancia susceptible de instrumentación por intereses económicos, reli - giosos, políticos. En el campo sanitario, el riesgo de sufrir un infarto, de ser atropellado, de contraer el virus del Sida, por ejemplo, son motivos de análisis epidemiológico y a la vez de toma de medidas a nivel personal y en el ámbito de las políticas públicas. El riesgo es un elemento esencial en el estudio de las desatenciones y de los daños a la salud. Dis - ciplinas como la epidemiología, la meteorología o la economía presentan en ese sentido una particulari - dad respecto a otras ciencias, pues tienen la aspira - ción de ocuparse de la previsibilidad o la anticipación de eventos y fenómenos (Almeida Filho, David, Ayres 2009) y en esa dimensión, el riesgo mismo, como condición propiciadora de incidentes negativos o in - clusive catastróficos, juega un papel central. Sin embargo, la manera como se concibe el ries - go, dada la amplitud de implicaciones que presenta, incluso en el ámbito del sentido común, revela su al - cance mismo como campo del conocimiento. Es así que el énfasis en los llamados “factores de riesgo” denota un enfoque significativo, cuando en lugar de colocar la atención prioritaria en los procesos socia - les productores de riesgo , se subraya más bien aque - lla dimensión del riesgo que remite básicamente a las conductas personales comprometedoras o peli - grosas para la salud y la seguridad. Viñeta de Andrés Rábago “El Roto” (elroto.elpais@gmail.com )

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