Número 11
28 que no habrá más reuniones con visos de naufragio en Panamá, donde el primer Roosevelt cometió el panamá que dejó sin su brazo glorioso a Colombia? ¿Allá, donde Bolívar llora más aún que en Caracas? Tu sangre y tu protesta son el árbol que aguarda su banderín de pájaros, rodeados girasoles de salud y belleza poblados de palabras que convengan al hombre. Canana Cananea, tu nombre suena a arenas movidas por el agua en que se baña el día surgido de tu pecho, joven como el tumulto que agrupa tu escultura apretada de brazos con que abrazas a México. Sobre muros que duelen pintó Diego Rivera la entrada y salida de la mina. Chorrean dolor y rabia y vergüenza. Yo vi pintarlos, cuando el día brotaba de mis manos y entre huracanes de águilas rompí mi corazón. Para encumbrar luceros tengo la voz a ti. Tus noches minerales acarrean relámpagos que abren en un fulgor las tormentas del mundo. Llevo la cuenta de túneles de avaricia y cansancio y en el rayo de sol que de Tabasco tengo, he de contar un día, cuando vuelva a Tabasco, lo que pesa el diamante que arrancaste al subsuelo: huelga de Cananea, ¡alborea! ¡alborea! ¡alborea! ¡alborea!
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