Número 11

10 Paul Hersch Martínez L a noción de riesgo es determinante en la epide- miología clásica, como lo es también en nuestra época y para la población en general, en su sentido social, compartido. Gracias al riesgo y a su percep - ción social, por ejemplo, las compañías de seguros existen, y por medio de la promoción de la concien - cia de riesgo, incrementan su clientela. Así, por ejem - plo, las empresas venden “seguros de vida” o más exactamente, “seguros de muerte” que en realidad se basan en la certeza de ese evento inevitable, inhe - rente a la vida misma. Dimensión epidemiológica de las elecciones “Dinero” . Fuente: El Roto (Rábago, Andrés, 2006, pág. 72) Pero acerquémonos a la actualidad que estamos atravesando o que nos está atravesando. La posibili - dad de ocurrencia de un desastre se ha concretado hoy en las recientes elecciones habidas en nuestro país. El riesgo, en una de las connotaciones etimoló - gicas del término, provendría de una imagen náutica: la de risicum como un arrecife o una piedra que no se ve, pero que existe debajo de la línea de flotación de una nave, amenazando su integridad, y con ello plan - teando la posibilidad de un naufragio (véase Almeida Filho, 2000: 241). Y he aquí que hemos topado con esa piedra filosa y aparentemente imperceptible, náufragos de una ilusión compartida.

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