Número 8

36 dichas identidades porque, aunque encontramos si - militudes en el tránsito de las dos realidades, es in - negable que la identidad digital genera retos por su constante transformación, su reciente aparición y la forma como los individuos se adaptan a ella. Retomando a Doueihi, “La identidad digital es fundamentalmente polifónica: permite pues, una multiplicidad y una diversidad que seguirán siendo un desafío y se resistirán a un control absolutista, pese a los esfuerzos por normalizarlas y perfilarlas” (2010: 27). Es decir, esta dimensión polifónica de la identidad digital tiene la capacidad de implantar di - versas especificidades dentro de una cultura digital que está en constante construcción y que relativiza y atenúa su tendencia universalista, ya que el impacto de la tecnología en la sociedad no puede abordar - se de manera generalizada. Es necesario establecer descripciones e información que respondan a la di - mensión polifónica de los sujetos para después en - contrar conexiones entre éstas y poder hablar del impacto y las transformaciones. Si la realidad virtual se ve construida con similitudes a la realidad cara a cara y aporta nuevas posibilidades en su edificación, es claro que el fenómeno también funciona a la in - versa: la realidad virtual genera transformaciones en la realidad cara a cara, existiendo una retroalimenta - ción que encuentra distintas formas de manifestarse en cada grupo de la sociedad y de manera individual. En ella la esfera afectiva no es la excepción dado que se construye articulada en todos los niveles desde lo

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=