Número 8
18 Pericón. Foto de José María Acosta Hernández lo y lináloe anunciaron la hierofanía de la virgen de Tlatenango. 5 Por otro lado, los olores del “maligno” son también identificables y van más allá del azu - fre o lo hediondo; y los que buscan el contacto o la protección frente a él, utilizan fragancias florales y sustancias orgánicas que les parecen pertinentes. A diferencia de los aromas clasificados conforme a las fronteras de lo divino y lo maligno, el copal y el taba - co como aroma y “sahumerio” revelan su dualidad y liminaridad al ser usadas por brujos y curanderos. 5 López, 1990: 38. III Hacia los años veinte se comienza a introducir las urnas de vidrio como dispositivo de protección de las imágenes de bulto en las capillas de los pueblos, como es el caso de Tetela de Volcán y tantos otros; tres décadas más tarde ingresa el uso de las pintu - ras de esmalte. A este proceso parece que le subya - ce, inconscientemente, el peso de esa controvertida matriz higienista moderna de desodorizar espacios, cuerpos muebles, inmuebles y seres humanos. 6 Los 6 Corbin, 1987.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=