Número 8

14 darte. 7 Aunque desapercibidas, las protestas en la Ciudad de México por parte de organizaciones civiles el mismo día del arribo de Ratzinger a México, tu - vieron apenas una pequeña presencia en los medios informativos. Ratzinger, “El Pastor Alemán”, apelativo cuyo uso comparten seguidores y opositores, ha arrastra - do consigo el estigma de los últimos escándalos que cimbraron a la iglesia católica alrededor del mundo. Y por si esto fuera poco, ha generado los propios, como ese que le generó el mote de “Papa Nazi”, o aquellos 7  http://revistaemet.net/nota/-mexico-siempre-laico-di- ce-anonymous-al-hackear-portal-de-arquidocesis-/9009 generados por el humor popular, como “Bien-Adicto”, “Drogadicto XVI”, “Papa Ratzi”, “Palpatine” -en alusión al conocido personaje de La Guerra de las Galaxias -, “Rata Cantante”, “Ratzinger-Z”, o sus variantes, como “Nazinger-Z”, entre otros. Todo esto le ha restado “po - pularidad” ante la casi divinizada -al menos para los mexicanos- imagen de su predecesor. Esta es una historia en la que se mezclan el in - terés político, y mediático, en la que los únicos que ganaron fueron aquellos que manejaron los hilos en la función. Aquellos que necesitan votos, los que se llenaron los bolsillos, y pierden aquellos millones que deberán pagar esa visita, mismos a los que se les coartó el derecho a un estado laico.

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