Número 8

12 biernos nacionales en aras de una mayor explotación de los sectores marginados. La iglesia no se mostró indiferente ante el auge de las protestas y el movimiento obrero que habían cundido en Europa. Para 1891, la encíclica de León XIII “Sobre la situación de los obreros”, 2 retrató por primera vez la postura del vaticano respecto a la 2  “Carta encíclica Rerum Novarum del sumo pontífice León XIII sobre la situación de los obreros”, http://www.va - tican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l- xiii_enc_15051891_rerum-novarum_sp.html, consultado el 1 de abril de 2012. opresión que padecían los trabajadores ante la in - vasión de la revolución industrial. Esta encíclica, que aunque critica los abusos y situación de los obreros, realiza severos ataques a los movimientos sociales, acusándolos de “atiza[r] el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes”, al tiempo que defendía la pro - piedad privada, instaba a las clases proletarias a la resignación y abogaba por la tolerancia mutuas. 3 El anarquismo, como una de las corrientes socia - listas más radicales, ha atacado duramente la postura de la iglesia en relación con la pretendida humildad de la que hacían alarde los miembros de la jerarquía católica. En su papel de máximo representante de la iglesia, la autoridad papal fue blanco de severas crí - ticas, que se manifestaron bajo diversas formas dis - cursivas, como la sátira o una amarga ironía, por que era en esta figura donde se manifestaban de manera más evidente las graves faltas a los votos de humil - dad y pobreza que todos los clérigos deben realizar: […] él no se inclina atrás ni adelante, a derecha ni a izquierda, permaneciendo inmóvil y recto. Cree derecho inalineable de la iglesia el poder temporal y nunca cesará de reclamarle ni de protestar contra el des- pojo , alegando, más que un interés munda - no, el bien eterno de las almas. 4 Los dos Benedictos Hace casi un siglo, ascendió al trono de Roma un papa llamado Benedicto XV, cuyo pontificado inició en 1914, justo al inicio de la Primera Guerra Mundial. El ascenso de este papá no pasó desapercibido a los anarquistas mexicanos, que lo aprovecharon para plasmar en las páginas de Regeneración -su principal órgano de propaganda-, su desilusión por la inminen- te elección del nuevo pontífice ante la muerte de su 3  Ídem. 4  “20 de setiembre”, Los Parias, año IV, núm. 37, septiembre de 1907, p. 1.

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