Número 6
51 cionar el terreno de la antigua casa de Maximiliano se hicieron nuevamente patentes, presentándose en julio de 1970 un arquitecto de apellido Padilla, del Departamento de Catastro de Morelos, con órdenes de levantar un plano del predio como inicio de un proyecto para convertirlo en centro turístico y para reproducir “bungalós tipo Casa del Olindo” en los jar - dines, pretensión que recibió una tajante negativa de los entonces titulares de Monumentos Coloniales y de la Secretaría General del INAH. Ya antes del establecimiento del Museo Cuau - hnáhuac en el Palacio de Cortés de Cuernavaca, la idea de construir un museo en la antigua casa de Maximiliano en Acapantzingo, se plasma -siempre siguiendo lo consignado por el arqueólogo Jorge Angulo en el documento referido- en una notifica - ción que, fechada el 5 de agosto de 1970, otorgaba permiso al Departamento de Turismo del estado de Morelos bajo la dirección del Lic. A. Salvat, para es - tudiar las posibilidades de restaurar el edificio de la “Casa del Olindo” y convertirlo en un museo ar - queológico. En mayo de 1972, el poeta Carlos Pe - llicer, acompañado del Sr. Javier Bolea, visitaron el predio considerando también la posibilidad de con - vertirlo en museo. Un año antes, se había iniciado la exploración y restauración del Palacio de Cortés para instalar ahí un museo regional que, de acuerdo con Angu - lo, “mostrara tanto las etapas constructivas por las que pasó el Palacio, como el acondicionamiento del Centro regional del Instituto para el desarrollo y des - envolvimiento de la investigación histórica- antropo - lógica de la región”. Ya desde entonces, el primer di - rector del Centro INAH Morelos Guerrero señalaba: Al hacer la planeación de dicho centro de in - vestigaciones, se tuvo siempre en cuenta la ocupación de la Casa del Olindo, en donde se han instalado y acondicionado cuatro cuar - tos con anaqueles y mesas de trabajo que fungen como almacén y Centro de análisis y estudio de la cerámica arqueológica recolec - tada y clasificada en los seis años que lleva el INAH laborando en el Estado, procedente de varios recorridos de superficie y una serie de exploraciones efectuadas por esta y otras instituciones colaboradoras (Angulo, 1974) El antecedente del Jardín Etnobotánico de Aca - pantzingo se puede ubicar en el año 1973, cuando el Centro Regional del INAH proyectó, en colabora - ción con el Dr. Alfredo Barrera, ex director del Mu - seo de Historia Natural, el establecimiento de un “Museo vivo de la herbolaria Prehispánica”, apro - vechando los jardines de la Casa de Maximiliano; dicho proyecto implicaba: Sembrar las plantas que el proto médico Francisco Hernández y Juan Badiano des - criben en sus amplias referencias y docu - mentos recopilados en el siglo XVI sobre la utilización y las aplicaciones curativas y ali - menticias de las plantas de la Nueva España. El objetivo era de comparar las recopilacio - nes del principio de la Colonia con las plan - tas que debidamente ordenadas y clasifica - das serían cultivadas en la Casa del Olindo Museo de Medicina Tradicional y Herbolaria en la sede del INAH en Acapantzingo
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