Número 6

45 Paul Hersch Martínez H ace ya meses, una nublada mañana, me encontré en mi centro de trabajo con unas viejas y desfon - dadas cajas de cartón expuestas al aire libre, conte - niendo papeles polvosos, delgaditas copias al carbón de las que ya no vemos y documentos originales, con sus grapas oxidadas y sus folders con huellas de clips manchados; todo ello, arrumbado desordenadamen- te, en su camino sigiloso y expedito, desde una bo - dega hacia la basura. Con poco respeto por el polvo y con la curiosidad que a veces nos depara alguna sorpresa, me percaté de que esa “basura” no lo era -lo cual no ha de extrañarnos en un mundo donde lo valioso no es valioso, lo desechable no es desecha - ble, lo hueco está relleno y lo relleno resulta hueco, etcétera-. En una institución dedicada en buena par - te a la historia, alguien medio desmemoriado pero dotado de alguna función, decidió que los papeles viejos estorban y hay que deshacerse de ellos. Recogí algunos de esos papeles amenazados por la incuria y lo que sigue es en parte efecto de ello. Ahí, en la ba - sura, encontré algo de la historia del Jardín Etnobo - tánico. La desmemoria institucional no es muy loable que digamos, sea o no engendrada por la negligen - cia. No era por cierto el primer episodio de ese tipo Bernardo Baytelman, Jorge Angulo y Alfredo Barrera en los antecedentes del Jardín Etnobotánico en Cuernavaca Muy aparte de otros factores decisi- vos relacionados con su indiscutible capacidad académica, Beco Baytel- man tuvo –como condición natural privilegiada- ese tipo de simpatía que se asemeja tanto al carisma de los lí- deres. Sin esa simpatía y esa atracción directa sobre las personas, sus inves- tigaciones no habrían alcanzado la enorme gama de información abierta y espontánea que las caracterizan. La sola simpatía y el atractivo caris - mático no son en realidad bastantes para el antropólogo. Ninguno de estos dos libros hubiera sido posible si Beco –como todos sabemos- no fuera un estudioso serio y un poeta excelente. Ser poeta, en su caso, significó dos co - sas fundamentales para la transmisión de la experiencia antropológica. Un modo atractivo de expresión; directo e intuitivamente plasmado. Pero, sobre todo, mirar el mundo y descubrir sus ángulos insólitos. Eliana Albalá

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