Número 4
29 munidades, el estigma condiciona servicios de ínfima calidad y de carácter compensatorio. La distribución presupuestal, el funcionamiento de las instituciones, y la manera en que operan las burocracias forman parte de estos esquemas de exclusión que vulneran sus derechos como ciudadanos, a la vez que consti - tuyen una afrenta a su dignidad como pueblos y cul - turas de orígenes milenarios. A pesar de la existencia de leyes –nacionales e internacionales-- que reconocen la diversidad socio - cultural y lingüística y que son el resultado de movi - mientos y luchas, éstas por sí solas no garantizan una educación con pertinencia cultural, ya que las accio - nes y políticas públicas no sólo no las respetan, sino que están dirigidas –en realidad-- a generar mecanis - mos y justificaciones para evadir el cumplimiento de la Constitución, los convenios internacionales y las leyes secundarias. Partimos de una delimitación precisa del concep - to de discriminación que se basa en el marco jurídico de convenciones y convenios firmados por los Esta - dos, como la Convención Internacional sobre la Elimi - nación de todas las formas de Discriminación . Así, se entiende por discriminación: “toda distinción, exclu - sión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, que ten - ga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fun - damentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier esfera de la vida pública.” En el Convenio 169 de la Organización Internacio - nal del Trabajo (OIT) se señala que: “Los programas y servicios educativos dirigidos a los pueblos indígenas deberán desarrollarse y aplicarse con su participa - ción, abarcando la historia, los conocimientos y téc - nicas, sus sistema de valores y todas sus aspiraciones sociales, económicas y culturales.” Este Convenio es- tablece, asimismo, que los pueblos tomen en sus ma - nos la realización de los programas educativos; los Estados faciliten los recursos apropiados para crear sus propias instituciones y medios educativos, utili - zando los idiomas indígenas que deberán ser adop - tados como idiomas de enseñanza; los programas y servicios deben impartir conocimientos generales y aptitudes que ayuden a los pueblos a participar ple - namente y en pie de igualdad en la vida de su propia comunidad y en la de la comunidad nacional. A pesar de la vigencia de este marco jurídico, los programas y estilos de trabajo autoritarios en los que son formados niños, niñas y jóvenes refuerzan el pensamiento y los mecanismos de discriminación social, de género y étnica, ya que la formación que reciben, sean indígenas o no, niega el diálogo entre los distintos pueblos que conviven en la nación, con - diciona conductas sexistas y prácticas clasistas. No obstante, se hace responsables de la discriminación a personas individuales ocultando el hecho de que son causales estructurales y sistémicas y las propias políticas educativas del Estado las que generan las condiciones en que los estereotipos discriminatorios se expresan. Así, la escuela ha funcionado como un podero - so instrumento de asimilación de los pueblos indíge - nas al modelo cultural, político y social de la nación mexicana, en el que la educación que se imparte no se adapta a la situación, contexto y necesidades de los pueblos indígenas. Por el contrario, se imponen calendarios, docentes, material didáctico, planes de estudio y orientaciones pedagógicas que son únicas para todo el país. Además, la calidad de los servicios educativos que reciben los pueblos originarios es in - ferior a la de otros sectores de la población nacional y los instrumentos de políticas públicas –como la prue - ba Enlace, que supuestamente mide el desempeño de los educandos — son discriminatorios y constituyen una herramienta más contra las lenguas y culturas de los pueblos indígenas. Actualmente, la escuela en todo el sistema edu - cativo nacional opera como una instancia mono cultural, autoritaria, alienante y excluyente. La pre - sencia de estereotipos en los procesos, programas y prácticas educativas de la escuela encubre formas perversas de discriminación, en la medida en que
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