No. 63, Octubre-Diciembre

Para nuestro buen amigo Ricardo Melgar

 

Hemos perdido recientemente a un amigo que era un muy buen investigador, los diferentes homenajes que le han hecho lo demuestra,  pero era mejor amigo y que tenía un deseo inquebrantable de vivir y se aferró a la vida haciendo lo imposible, que desde 2002 libraba batallas muy duras como paciente oncológico y según sus propias palabras, “descubrió que su pasión por la vida poseía una fuerza increíble y desconocida”. Y gracias a que esa fuerza vital siguió activa, lo acompañó durante esta última fase de su existencia.

Esperaba superar la pandemia y escribió lo siguiente en un mensaje que me compartió: “He sobrevivido al Covid 19, pero no basta, sus huellas persisten, incomodan, lastiman la vida cotidiana y el horizonte de futuro. Me he reinventado con la pandemia. Soy de este mundo que no deseo naturalizar. Soy hechura de sus transfiguradas relaciones en tiempos de la pandemia. Soy uno y muchos. Soy más humano, reflexivo, solidario, sentidor, amoroso y muy vulnerable. Fabulo que me he vuelto “bueno” pero muchas voces me dicen; no tanto, no exageres, no te disfraces, no te maquilles.  Vivo la “edad del desprendimiento”, esa misma que me dijo que me alcanzaría un gran colega y amigo que ya partió.”


De izquierda a derecha: Fernando Sánchez, Ricardo Melgar, Luis Sánchez y Paul Hersch, 2013. Foto: Archivo familiar

 Pero no cambió nada de su forma de ser, creo que se acentuó su calidad de amigo, de ser humano.

Agradecía  “a los muchos amigos, colegas y familiares que me mandan sus buenas vibras. Toda esa esfera emocional es sanadora, fuente nutricia de la vida, lo cual contrasta con las noticias poco motivantes”.

Ricardo, te extrañamos y lamentamos tu partida, pero te damos las gracias por permitirnos gozar de tu amistad y con eso nos damos por bien favorecidos.

 Un abrazo fraterno para Dahil y Emiliano.