Tierra de resistentes, articulación de luchas comunitarias contra la apropiación capitalista de los bienes comunes: un ejercicio de periodismo colaborativo

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Introducción

Ante el despojo que se expande por diversos territorios del sur global, observamos que los proyectos mineros, forestales, energéticos, agroindustriales y de infraestructura se despliegan de manera apabullante mostrando a cabalidad el dominio de las necesidades de acumulación y reproducción capitalista. Respaldadas por narrativas de inclusión, combate a la pobreza y desarrollo económico, las actividades extractivas forman parte de las estrategias de supervivencia de los países dependientes que trasladan las afectaciones hacia territorios de pueblos y comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas; de esta manera las poblaciones ven amenazadas el sustento cotidiano y, por lo tanto, la vida.

 

Actualmente, los impactos del virus SARS-CoV2 revelan el abanico multidimensional de la desigualdad y la racionalidad sobre la que se ha montado y legitimado la expoliación de ecosistemas y formas de vida. El estado de emergencia sanitaria no ha parado los embates del capital, en cierto modo ha facilitado la operación impune para obras y proyectos; así como los actos represivos y asesinatos en contra de defensores ambientales quienes se mantienen organizados y activos, ya que la lucha es por la sobrevivencia.

 

Crisis capitalista y devastación ambiental

La crisis civilizatoria en la que estamos envueltos tiene uno de sus pilares en la devastación ambiental por lo que es indispensable trascender la dicotomía sociedad-naturaleza que desvanece la relación simbiótica de nuestra materialidad con el entorno. El extrañamiento hacia “lo otro”, “el otro” y hacia nosotros mismos ha permitido la expropiación de la conciencia de fuerza natural que encarnamos y la capacidad transformadora del trabajo como actividad vital que también impacta al pensamiento, como refiere Bachelard: “El trabajo nos ofrece una suerte de psicoanálisis natural. Este psicoanálisis lleva sus poderes de liberación a todos los estratos del ser” (1994: 61).

En este sentido, como afirma Galafassi la separación arbitraria entre sociedad y naturaleza hay que entenderla en toda su complejidad, en tanto no se limita a una intervención manual, sino que corresponde a un entrelazamiento multidimensional que establece formas de relacionarse con y en el mundo: “Al ser la separación la marca de origen, luego se manifiesta en cada uno de los aspectos cotidianos que van siendo paulatinamente cercados y privatizados para poder así el capital administrarlos” (2018: 40). El capitalismo como sistema histórico abre un abismo siniestro entre la capacidad transformadora y creativa de la actividad humana, y la subsistencia que cada vez es más precaria. Absorbiendo procesos, energía, fuerza, ciclos, agua, nutrientes, minerales y demás elementos estratégicos para la continuidad de la lógica de acumulación, el capitalismo funciona a través y en la naturaleza que también somos nosotros valiéndose de una serie de mediaciones donde el poder y las jerarquías se instalan arbitrariamente profundizando la desigualdad.

Ante la devaluación de las vidas y trabajos de los seres humanos y procesos de la naturaleza es necesaria una vinculación dialéctica como afirma Moore, donde el capitalismo se inserta en un entrelazamiento entre naturalezas humanas y extrahumanas donde los límites materiales no están al margen de la historia y la acumulación de capital forma parte de la trama de la vida (Moore, 2020:44):

La explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación de la naturaleza están entretejidas en la pulsión del sistema por la mercantilización infinitas. A partir de eso, se desprende que todas las relaciones entre seres humanos son-ya- siempre relaciones ‘de la naturaleza’ y ‘hacia el resto de la naturaleza’ al mismo tiempo.

 

Desde esta perspectiva, como afirma Moore, habría de plantearse una mirada que articule múltiples relaciones que conforman una ecología mundo que se desarrolla en diversas escalas interdependientes donde las especificidades históricas y geográficas son atravesadas por dinámicas de vida que trascienden y desafían el dominio del capital como forma de relacionarse material y simbólica como especie y con el mundo de vida del que forma parte. De igual manera, encontramos la entropía como ley indiscutible que nos regresa la crudeza de un espejismo en el que la extracción de “recursos naturales” aparentemente ilimitados se montan sobre la muerte y destrucción ampliada; por lo que cada vez es más visible su impacto.

Así, una vorágine de imágenes de ríos, océanos y cuerpos de agua contaminados, basureros incontenibles, derrames de petróleo, glaciares derritiéndose, especies en peligro de extinción, suelos devastados por la lixiviación, bosques arrasados por la especulación forestal, agroindustrial y ganadera, se combinan con notas informativas sobre luchas y resistencias comunitarias que ven amenazados sus territorios, su alimentación, su salud, su mundo y el futuro de sus hijos. La muerte y la represión se presentan como el hito del conflicto; las simulaciones estatales como el analgésico superfluo que convierte la injusticia en una masa densa cotidiana e imperturbable sumergida en el rápido movimiento de la información.

 

Tierra de resistentes: una propuesta periodística de trabajo colaborativo

El ámbito noticioso es un reflector importante del registro de un sinfín de tropelías que agentes estatales, empresariales y caciques locales ejecutan en diversos contextos en los que aprovechan conflictos internos y relaciones de poder entre integrantes de diversas poblaciones para operar mecanismos no sólo represivos sino también de cooptación y prebendas que enturbian procesos organizativos y de resistencia.


Portada: Tierra de Resistentes. Fuente: tierraderesistentes.com

Por lo tanto, es necesario detenerse un momento y escuchar las voces y experiencias de combate en las que otras miradas y formas de habitar el mundo apelan a su derecho a una vida digna amenazada por la especulación sobre sus territorios ante las necesidades de reproducción del capital. Tal es el caso del proyecto Tierra de resistentes (https://tierraderesistentes.com/es/), un ejercicio de periodismo colaborativo transnacional que articula procesos organizativos de lucha y resistencia contra la impunidad y el olvido frente a la apropiación capitalista de los bienes comunes.

La plataforma es organizada por el Consejo de Redacción, apoyada por la Deutsche Welle Akademie (DW) y la Agencia de Cooperación Alemana. Reúne el trabajo de 76 personas entre periodistas, editores, ilustradores, traductores, analistas de datos, fotógrafos y camarógrafos que documentan procesos organizativos frente al despojo territorial a través de la recolección de información producida por instituciones oficiales, organizaciones sociales, archivos en prensa y el trabajo en terreno a través de diversos países como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Perú y Venezuela. Si bien el interés del trabajo periodístico no es hacer un registro exhaustivo de las problemáticas socioambientales, si tiene el objetivo de difundir la tendencia represiva, amenazante y violenta que se despliega por los territorios de pueblos y comunidades que defienden su derecho a existir ante los embates de la especulación y el despojo de sus medios de vida.

El trabajo realizado entre 2018 y 2019 produjo 29 reportajes a profundidad y una base de datos que registra 2 mil 327 hechos violentos contra defensores ambientales en el período 2009-2019; sin embargo, la información se actualiza periódicamente.  Asesinatos, atentados, ataques directos, desplazamiento forzado, desapariciones, violencia sexual y acoso judicial son las herramientas comunes de empresas y gobiernos para desarrollar emprendimientos agroindustriales, explotación petrolera, minería, hidroeléctricas y carreteras, así como narcotráfico y comercio ilegal de madera.

Un elemento que enfatiza la investigación donde se registra el impacto a 124 pueblos indígenas, es que dichas comunidades, así como la población afrodescendiente son las más vulnerables y atacadas. Colombia y Ecuador sobresalen con la mayoría de los casos documentados, además la región amazónica destaca como un espacio que cuenta con una profunda conflictividad ya que hay casos de invasión de tierras comunales por parte de colonos, contaminación de cuerpos de agua debido a las actividades petroleras y mineras, guardaparques asesinados, tala ilegal, tráfico de tierras y ampliación de la frontera agrícola, narcotráfico y expansión del cultivo de coca que convierten la zona en un amplio entramado de actores e intereses que operan impunemente. También se recuperan casos de otros países como Guatemala, Honduras y México en donde igualmente, actividades extractivas se colocan como las principales amenazas sobre las que se montan los negocios con graves impactos a la vida comunitaria.

Otro punto importante tiene que ver con el nivel de impunidad en el que operan actores criminales y estatales, ya que, incluso llevando las demandas a instituciones judiciales y de derechos humanos, no se garantiza la obtención de justicia ni la llegada a buen puerto de medidas cautelares. Por ejemplo, el ejercicio periodístico documenta que sólo en 289 casos judiciales se obtuvieron sentencias ya sea condenatorias o absolutorias; y en varias ocasiones se va contra autores materiales, pero no intelectuales por lo que no se profundiza en la investigación, en este sentido, refieren como casos emblemáticos el de Berta Cáceres en Honduras e Isidro Baldenegro en México. Los procesos judiciales accidentados con una actuación estatal deficiente incentivan la exigencia de justicia por parte de familiares y comunidades acompañadas por organizaciones civiles en las que también sus integrantes han sido blanco de amenazas y asesinatos.

El 12 de marzo del 2021 se obtuvo una sentencia condenatoria por el asesinato de Julián Carrillo Fuentes y Víctor Carrillo Carrillo quienes, al igual que Baldenegro defendían los bosques y fueron asesinados en Coloradas de la Virgen, poblado ubicado en la sierra del estado de Chihuahua acechada por caciques, tala ilegal, proyectos mineros, turísticos, gasoductos y crimen organizado. Dicha sentencia es el resultado de investigaciones ampliadas que exigió el pueblo rarámuri colocando a la comunidad como agraviada en su lucha por la defensa de la tierra apelando al derecho colectivo de las comunidades a su territorio ancestral. Sin embargo, la amenaza es constante y la disputa entre diversos proyectos territoriales no da tregua a pueblos y comunidades en desigualdad de condiciones.


Los resistentes en datos. Fuente: tierraderesistentes.com 

En el caso de Berta Cáceres Flores asesinada en el año 2016 por su férrea lucha contra el proyecto hidroeléctrico de la familia Atala Zablah en territorio del pueblo lenca, la exigencia de justicia continúa ya que los autores intelectuales del crimen siguen impunes. La agilización y transparencia del proceso judicial contra los cómplices que desemboque en un efectivo ejercicio de justicia parece cada vez más lejano ya que el Estado a través de instancias de procuración de justicia ha obstaculizado y negado el acceso a la misma. Incluso en recientes fechas el juicio contra David Castillo coautor del crimen y capturado en el año 2018, ha mostrado cómo los intereses de actores poderosos predominan y las irregularidades y dilaciones en el proceso judicial se sobreponen a las exigencias de pueblos, organizaciones y familiares; así como al derecho de las víctimas a una justicia integral. La búsqueda por la definición penal de feminicidio para el asesinato de Berta Cáceres también forma parte de la necesidad de articular las imbricaciones de las relaciones de subordinación, explotación y dominio que sostienen los embates del capital.

Este caso se desarrolla en un contexto en el que Honduras se encuentra entre los países más peligrosos para los activistas ambientales que se enfrentan a megaproyectos y actividades extractivas. El 21 de marzo del 2021 fue asesinado a tiros frente a sus hijos Juan Carlos Cerros Escalante líder lenca opositor al proyecto hidroeléctrico “El Tornillito”, muestra crudamente la profundización de la violencia en la región. Las condiciones de vida cada vez más desgarradas, el saqueo, la explotación y la muerte como horizonte y un Estado incapaz e indiferente ante las necesidades de su población, han ocasionado una ola migratoria de desposeídos que no encuentra cabida en la organización del mundo donde la acumulación no sobrevive sin procesos de despojo. De esta manera, la trama de violencia, corrupción e impunidad constituyen el hilo interminable de un tejido depredatorio que asfixia la vida de pueblos y comunidades.

La opacidad también es una característica importante que subraya el grupo periodístico, ya que no fue posible encontrar información sobre el estatus de las investigaciones judiciales en más de mil casos que correspondería al 46% del total. Otro punto que registran es que el llevar un caso ante instancias internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no garantiza la ejecución de medidas efectivas de protección, ya que, como se ha mencionado, en la práctica y contextos concretos el grado de violencia, corrupción e impunidad es apabullante. Además, en este periodo en el que la  expansión del virus SARS-CoV2 no ha dado tregua al mundo, los asesinatos, secuestros, amenazas y criminalización contra defensores ambientales siguen en aumento. Los gobiernos han implementado medidas restrictivas para evitar contagios, situación que ha facilitado la operación de actividades criminales en zonas alejadas y de difícil acceso por lo que la facilidad para perpetrar acciones violentas contra líderes y pueblos en este contexto tiene un amplio margen, dicha situación también ha sido documentada por el proyecto periodístico en el que recuperan los testimonios de los afectados quienes plantean que la pandemia profundizó la violencia, así como  las condiciones precarias y por tanto, las desigualdades.

El panorama es oscuro y la amenaza latente, a pesar de ello, la contienda por la vida continúa; así que el trabajo periodístico colaborativo y transnacional que recopila historias de vida, lucha y resistencia abona al conocimiento, divulgación y denuncia pública de procesos violatorios de derechos humanos que se extienden por la región y da cuenta de los mecanismos violentos de expansión y dominio en un contexto de corrupción e impunidad generalizada. 

Si bien las trayectorias políticas y matices institucionales brindan un panorama heterogéneo, la tendencia presenta a gobiernos que se inclinan por las inversiones y negocios articulándose a actores empresariales y sectores ilegales a costa del bienestar de sus poblaciones, por lo que es necesario replantear los parámetros sobre los que se determina la prioridad de emprendimientos extractivos y rechazar la violencia que los acompaña. Además, como plantean los periodistas la mayoría de las personas que viven en la ciudad, no relacionan su vida cotidiana y la satisfacción básica de necesidades a las problemáticas ambientales que en realidad atañen al mundo entero, ya que los bienes comunes como el agua, los bosques y la tierra constituyen elementos matrices de la vida planetaria.           

En estos tiempos convulsos la investigación a profundidad y una red de divulgación es un aporte para romper con las separaciones arbitrarias entre campo y ciudad o sociedad y naturaleza, que acompañan a la ejecución de crímenes y el sometimiento bajo el lema de desarrollo dejando de lado las necesidades básicas de las poblaciones y ocultando la relación simbiótica entre los entornos citadinos y los ecosistemas; así como el reconocimiento de la humanidad como naturaleza en una disputa planetaria donde la organización capitalista de la vida está acabando con todos nosotros. Los testimonios registrados por los reporteros permiten conocer a los afectados y las problemáticas a través de materiales de audio y video que complementan los reportajes. Un punto fundamental que también facilita la difusión de este trabajo periodístico es la forma de organizar la información, el lenguaje y formato en el que dan respuesta a preguntas centrales como: ¿Qué recurso defienden? ¿De qué sector lo defienden? ¿Cuál fue el principal ataque que sufrieron? ¿Presentaron alguna denuncia ante las autoridades? Aquí la tierra aparece como eje central seguido por el agua. Respecto a las actividades más amenazantes la agroindustria encabeza las gráficas, seguida por la minería y la tala. En cuanto a los ataques perpetrados contra líderes y comunidades, la amenaza, el asesinato y el acoso judicial sobresalen en el registro, en este sentido en más de la mitad de los casos documentados se presentó alerta a las autoridades, sin embargo, como se mencionó anteriormente no se tiene información clara sobre los procesos, cuestión que abre una veta de análisis sobre el papel del Estado en la disputa por el respeto a la autonomía y a otras formas de organización ya que la inoperancia gubernamental revela un desinterés de largo aliento.


Batopilas vista desde Inápuchi en la sierra de Chihuahua. Fuente: Juárez (2009).

 

Reflexiones finales

Existen varias experiencias de sistematización de información por parte de organizaciones, universidades y grupos interesados en brindar mayor hondura al análisis de los impactos y disputas en torno a la apropiación capitalista de los bienes comunes que van desde mapeos a profundidad hasta perspectivas que introducen una dimensión que abarca tanto las afectaciones al territorio como a los cuerpos-territorios de los habitantes donde se desarrollan emprendimientos extractivos.

En el caso de Tierra de resistentes presenta al público un compendio de información accesible y a profundidad donde registros audiovisuales, testimonios, estadísticas y reflexiones acompañan al lector interesado en conocer más sobre las situaciones de violencia y las luchas que brindan ejemplos de dignidad organizada en defensa de los bienes naturales de disposición común. El conjunto de periodistas ha dejado claro que no se trata de un trabajo científico ni exhaustivo, sino de un interés compartido por documentar procesos organizativos frente a la embestida de capitales y emprendimientos en los territorios latinoamericanos.

Las formas de apropiación del espacio y de usufructo común de la tierra, requieren de cierta organización social que permita la reproducción material, social y cultural. Como bien afirma McMichael: “La resistencia al despojo, además, no trata simplemente de perder el control de la tierra, sino también, la pérdida de conocimientos ancestrales sobre los cultivos de la tierra como una necesidad reproductiva” (2015:98-99). Es decir, que práctica y significación forman una unidad. La lucha por los bienes comunes y contra la explotación, es al mismo tiempo luchas por significados, definiciones e identidades, por lo que hay múltiples espacios de intersección (Hart, 1997). Esta multiplicidad de intersecciones no debe desviarnos de los mecanismos estructurales ya que no son opuestos, sino complementarios.


Episodios de violencia registrados por país. Fuente: tierraderesistentes.com 

Los territorios de los pueblos y comunidades indígenas y campesinas se enfrentan a la expansión y dominio del capital a través de procesos de concentración de la tierra y control sobre los territorios, que al afectar los espacios geográficos como condición material y simbólica primordial para la supervivencia se convierte en una disputa civilizatoria (Bartra, 2016). Por lo tanto, no estamos hablando de contrapuntear comunidades idílicas con empresarios capitalistas en términos homogéneos, sino de problematizar y reconocer la heterogeneidad y diversidad de intereses que tienen distintos sectores en el ámbito rural latinoamericano, en una tensión constante entre distintas valoraciones sobre la naturaleza, posibilidades de intervención en desigualdad de condiciones y relaciones de poder que se encarnan en el territorio.

La subsistencia como elemento base de la existencia humana se le van incorporando mediaciones que alejan cada vez más su posibilidad de concreción, y esto afecta a sectores cada vez más amplios del planeta. Se aparta al ser humano material y simbólicamente de su posibilidad de transformación del mundo, ante tal infamia, hay una movilización social que históricamente ha mostrado su descontento frente al despojo, la explotación y la exclusión. La contienda no cesa y los pueblos y comunidades interpelan la lógica que antepone el valor de cambio, sobre la subsistencia. También de la lucha han surgido propuestas alternativas de vida y organización social que recuperan la potencialidad de la cooperación y lo comunitario; no como el regreso a comunidades prístinas, sino como construcción rebelde de la historia presente.

Tierra de resistentes es un ejemplo sobre la importancia del trabajo colaborativo donde diversos periodistas estructuran su trabajo bajo el interés de profundizar en los impactos del despojo y la hegemonía de una racionalidad instrumental mercantil. Brindando una mirada regional expanden diversas voces a través de medios de comunicación latinoamericanos e informan sobre los estragos del dominio espacial del capital que va acompañado de violencia, represión y asesinato de defensoras y defensores ambientales. En este sentido, el énfasis sobre las luchas y resistencias dan fuerza y empuje a un tejido organizativo que trasciende fronteras y que se detiene en las historias de vida evitando la naturalización de la injusticia y la violencia.

De igual manera, en el ámbito periodístico, el trabajo colaborativo brinda frutos y enriquece la labor investigativa en la que el papel de la divulgación es crucial, ya que al conocer otros casos de lucha y resistencia por los bienes comunes representa un factor que posibilita la vinculación de alternativas y construcción de procesos organizativos que fortalece a grupos, comunidades y pueblos.

 

Bibliografía

  • Bachelard, Gastón (1994) La tierra y los ensueños de la voluntad, México: Ed. FCE.
  • Bartra, Armando (2016) “Tierra indómita: la defensa del patrimonio”, en: Bartra, A.; W. PortoGonçalvez, W. y Milson Betancourt. Se hace terruño al andar. Las luchas en defensa del territorio, México: Ed. Ítaca–UAM Xochimilco (Pp. 11-130).
  • Galafassi, Guido (2018) “Revitalización del debate sobre la acumulación primitiva y la reproducción ampliada. Su aplicación para el análisis de la conflictividad social en América Latina”, en: Cuevas, Hernán, Julián Véjar y Jorge Rojas (eds.) América Latina: expansión capitalista, conflictos sociales y ecológicos. Santiago: RIL editores - Universidad de Concepción (Pp. 25-50).
  • Hart, Gillian (1997) “Multiple Trajectories of Rural Industrialization: An Agrarian Critique of Industrial Restructuring and the New Institutionalism”, en: D. Goodman and M.J. Watts (eds.) Globalising Food: Agrarian Questions and Global Restructuring, New York: Ed. Routledge (Pp. 41-57).
  • Mc Michael Philip (2015) Regímenes alimentarios y cuestiones agrarias, México: Ed. Porrúa.
  • Moore, Jason (2020) El capitalismo en la trama de la vida. Ecología y acumulación de capital, Madrid: Ed. Traficantes de sueños.
  • Tierra de resistentes (2020) “Los ataques persisten, aún en medio de la crisis causada por el Covid-19”, disponible en: https://tierraderesistentes.com/es/index.php/2020/04/17/los-ataques-persisten-aun-en-medio-de-la-crisis-causada-por-el-covid-19/. Recuperado en abril de 2021.
  • Vera, Enrique (2020) “La violencia de la pandemia: líderes indígenas asesinados y amenazados en América Larina”, disponible en: https://es.mongabay.com/2020/09/violencia-pandemia-lideres-indigenas-asesinados-latinoamerica/. Recuperado en abril de 2021.
  • Proyecto Tierra de resistentes: https://tierraderesistentes.com/es/

 

[1]    Antropóloga y estudiante del Doctorado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM. Dirección electrónica: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..