Los hijos encargados: exposición televisiva y migración en una comunidad afromexicana de Oaxaca desde una perspectiva epidemiológica incluyente

 Paul Hersch-Martínez

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Berenice Rodríguez-Hernández

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Programa Actores Sociales de la Flora Medicinal en México,

Instituto Nacional de Antropología e Historia

 

INTRODUCCIÓN

En los últimos años se han incrementado los señalamientos relativos a la necesidad de expandir la perspectiva epidemiológica, a fin de generar no sólo aproximaciones más incluyentes al fenómeno del daño a la salud y sus determinantes, sino de fundamentar intervenciones más integrales y eficaces en el ámbito de la salud pública(1-4). En ese marco, resulta pertinente explorar en comunidades específicas procesos insuficientemente reconocidos en su patogenicidad directa e indirecta, pero de valor referencial y articulables entre sí.

Entre otros fenómenos soslayados en su relevancia sanitaria por la bioepidemiología y por las instancias oficiales de salud pública que de ella derivan, este trabajo se ocupa de la exposición a la programación de canales televisivos que cuentan con amplia audiencia en diversos sectores de la población.  Se trata de un fenómeno presente a nivel rural y urbano, pero para los fines de este trabajo focalizamos el ámbito rural en un municipio afromexicano de la costa de Oaxaca, México.

Como antecedente relevante en el tema, en un balance publicado en 2007 se destacaba, luego de cincuenta años de investigación en torno a la televisión y sus efectos en los niños, que la mayoría de ellos ven mucha televisión en las sociedades que tienen acceso a ella, gastan más tiempo en ello que en cualquier otra actividad discrecional, inician este hábito muy temprano, inclusive antes del primer año de vida y que en cualquier edad en que la ven, aprenden de ese medio tanto en términos de tiempo de exposición como de contenido, afectando el aprendizaje y la conducta de importante manera. Si los niños ven programas diseñados como educativos, aprenden lo que se ha pretendido. Si ven programas con alto contenido de violencia, es muy probable que presenten un incremento en su conducta violenta, tanto de manera inmediata como a un plazo de diez años. La tv a menudo refuerza estereotipos sociales de género, etnicidad, clase, edad y discapacidad(5).

Este trabajo plantea que la exposición televisiva puede comprenderse en ciertos circuitos sociales y dadas sus implicaciones de subordinación económica e ideológica, como un elemento reflejo de la colonialidad, en tanto que ordenamiento social persistente, caracterizado, entre otros rasgos, por la jerarquización impuesta y naturalizada de seres humanos, saberes, territorios y subjetividades(6), lo cual opera como un dispositivo patogénico estructural, recurriendo a un término propuesto por Bibeau(7).

Como sucede con otros procesos inherentes a la colonialidad, el que nos ocupa aquí expresa, actualiza y reproduce dicho ordenamiento social, generando patología diversa en sectores específicos de la población que se encuentran, en términos de Santos(8) en condiciones de ausencia programada, pues no sólo se programa en el contenido televisivo, sino también, de manera tácita y en las políticas públicas, la irrelevancia sanitaria, socioculturalmente construida, de determinados conjuntos sociales.

Resulta así pertinente explorar dicho proceso en su alcance sanitario local, como expresión ilustrativa del carácter patogénico concreto, envolvente y contextual de la colonialidad, susceptible de visibilización y eventual intervención.

 

Exposición televisiva en contextos de precariedad

El concepto de exposición constituye un referente clave en estudios epidemiológicos dirigidos a fuentes de contagio en enfermedades infecciosas, o de contaminación en centros de trabajo y comunidades por sustancias tóxicas o agresores físicos, como el ruido o las condiciones climáticas extremas. Sin embargo, en este trabajo el concepto se utiliza aplicado a una fuente potencialmente patogénica de otra naturaleza: la televisión como emisora de imágenes y discursos que inciden en las audiencias, en función de una dinámica que se establece entre la calidad del contenido de esas emisiones y la condición misma del receptor.

En ese marco, interesa explorar si la exposición a la programación televisiva en las familias campesinas en condiciones de vulnerabilidad, en particular en niños, adolescentes, madres de familia e integrantes de la tercera edad en ese contexto tiene alguna relevancia epidemiológica en términos de su magnitud y efectos, no necesariamente referida a afectaciones físicas manifiestas, sino en este caso a la esfera emocional y relacional, con impacto particular en términos formativos por la edad de los televidentes, lo que favorece la invisibilidad del fenómeno desde la perspectiva biomédica.

Nos referimos a una determinada calidad de programación, la de más fácil acceso económico y cultural, con contenidos esencialmente mercadotécnicos, orientados a generar patrones de consumo, pero también proyectando una visión del mundo y de la vida, pautas de conducta y “valores” propios del ordenamiento social y económico dominante(11), implicando en ello patrones de subciudadanía(9,10). Interesa aquí explorar en su concreción local expresiones tangibles de dicho ordenamiento. En ese sentido cabe citar a Chomsky respecto al tema de la televisión en los siguientes términos(12):

Es un tanto ingenuo culpar a la televisión. No se trata de un fenómeno natural, sino de la médula de la cultura de la mercadotecnia, que está diseñada para producir ciertos efectos. No intenta capacitarte, ni te transmite mensajes sobre cómo afiliarte a un sindicato y hacer algo para cambiar tus condiciones de vida. Una y otra vez, te martilla la cabeza con mensajes diseñados para destruir la mente y aislarte de otras personas. Y eso a la larga da resultado. Lo que sucede con la televisión es parte de algo mucho mayor. Las élites siempre han considerado que la democracia es una gran amenaza, de la que deben defenderse. Desde hace mucho tiempo se ha sabido que la mejor defensa en contra de la democracia es distraer a la gente.

 

También la lírica latinoamericana sintetizó el asunto a través de Ángel Parra:

La televisión entrega/paz, amor, felicidad, /deseos incontenibles/de vivir en sociedad. De ganar mucho dinero/para poderlo gastar, /tomando whisky en las rocas/como dice Cary Grant. Con la T.V. me dan ganas/de comprar rifles y bombas, /de asesinar a un anciano/y nadar en Coca Cola. Qué apasionante es la tele/con sus videos de amor, /prostitutas que se salvan/al casar con un señor, /treinta años mayor que ellas/y millonario, el bribón. En programas para niños/hay cosas extraordinarias/como matar a una madre, /como derribar murallas. Cómo ganamos los blancos/contra los indios canallas/que no quieren dar sus tierras/a cambio de una medalla. Este medio cultural, /y también de información, /permite asistir a misa/mientras tomamos un ron, /la publicidad nos da/en cama la religión. Por fin la televisión/con generosa armonía/es consuelo de los pobres/y niñas en soltería. Es estudio de sociólogos,/que la definen muy bien,/pero llegado el momento/se sientan a ver T.V.,/y yo también (https://www.youtube.com/watch?v=EgoyXKuzqa4).

 

Si como Chomsky plantea, en la programación televisiva dominante los contenidos de índole cultural, formativa, informativa, reflexiva o crítica son a menudo minoritarios, marginales o nulos, la situación se agudiza en nuestro país en el medio campesino y en las clases subalternas, al disponer de pocos recursos para acceder a programas que no sean los propios de la televisión abierta y/o mercadotécnica, con su perfil dominante de mensajes monológicos e inductores de subordinación ideológica y económica, y en principio, en un contexto de precariedad que dificulta ponderar esos mensajes.

Un acercamiento al tema de la televisión en América Latina es que, para entender su papel en la actualidad es necesario comprender su proceso transformador en el tiempo, el cual ha transitado entre lo público y privado, creando una relación desigual entre los canales públicos y los grandes consorcios acaparadores de la cobertura, audiencia y presupuesto(13). Así, el resultado es que los sistemas televisivos que se constituyeron a través de canales de televisión han funcionado como instituciones mediáticas con un perfil definido que se moldea de acuerdo a las políticas públicas de los gobiernos en turno, y buscan elevar el consumo comercial de productos televisivos y crear representaciones del mundo que desincentiven la formación de una conciencia crítica y la acción ciudadana(14).

En este sentido, uno de los factores estratégicos para la globalización, la desactivación política y la   expansión comercial televisiva de canales que comenzaron como públicos de televisión abierta y que hoy se han convertido en industrias televisivas de tamaño global, es la venta internacional del género telenovela, siendo Brasil, México y Colombia los principales países productores y comercializadores de este género(15).

Uno de los factores que han contribuido a que este género ocupe uno de los lugares principales en la televisión latinoamericana, es la capacidad de mantener audiencias leales, a través de estrategias de programación frecuentes durante el día (mañana, tarde y noche)(16) que tienen un objetivo económico de contar relatos que se parecen a la vida cotidiana, con el fin de ampliar el mercado de consumidores y producir sensibilidades mediáticas que se identifiquen con las imágenes y discursos de dichos relatos(17).

Al respecto, Martín-Barbero señala que la televisión es un escenario en donde se producen imaginarios colectivos desde los cuales las personas se reconocen y representan lo que tienen derecho a esperar y desear, y en donde se conjugan nuevas tecnologías audiovisuales con discursos tradicionales. Y es justamente en las telenovelas donde podemos ver cómo este género de televisión tiene un peso político y cultural que se mide a través de la mediación social que logran sus imágenes, y la vigencia de esa medicación proviene de la manera en que una sociedad se mira en ese medio, pero también de lo que espera de él y de lo que le pide(18).

En este marco, es ahí en donde reside la fascinación de la audiencia por las telenovelas, porque se autoidentifican con narrativas, discursos y personajes que se producen a través de intereses mercantiles e ideológicos de sus productores, que interpelan ciertos valores sistémicos como el individualismo, el enriquecimiento y estereotipos alrededor del género, sexualidad, diferencias raciales y clasistas, valores que son reproducidos desde  una clase hegemónica, la cual ordena y construye su discurso en función desde su modo de ver el mundo, es decir, desde un modelo colonial, masculino y blanco(19).

En este sentido, la televisión y especialmente la telenovela ha generado, por ejemplo, que niños y jóvenes estén presentes en temas y comportamientos que los adultos se esfuerzan por ocultarles, es decir, al no depender de un código para su acceso, la televisión expone desde muy temprana edad al mundo de la adultez. De esta manera se introduce un desorden en los contextos domésticos, porque la televisión produce en la población más joven expuesta un desorden en las secuencias de aprendizajes, pues saben cosas y viven procesos que no corresponden a sus edades(20).

En este mismo sentido, Sandoval señala  que la televisión se ha convertido gradualmente en el medio de comunicación más influyente en el desarrollo de diferentes patrones de comportamiento de las audiencias, y refiere que es necesario tener una visión integral para entender que los riesgos asociados a la televisión dependen entre otras cosas, del contenido y del mensaje en conjunción con las características del televidente y el de su familia, así como del entorno sociocultural en el que se desarrolla(21). Esto apunta a que se reconozca que los efectos nocivos de la televisión son un problema de salud pública, dado que, principalmente en los espacios sociales más vulnerables, los niños son educados por la televisión.

En Colombia, por ejemplo, en un estudio hecho sobre actos violentos en la televisión se encontró que la programación que más presentaba este tipo de contenidos eran las telenovelas (315 escenas al día), seguido por los programas con dibujos animados (172 al día) y noticieros (83 al día). Con estos datos, si se toma en cuenta que un niño en Latinoamérica pasa frente al televisor entre 3 y 5 horas, quiere decir que los niños expuestos a estos contenidos ven alrededor de 54 actos violentos diariamente(21).   

En México, se ha reportado que los géneros con mayor audiencia en niños, son en primer lugar las telenovelas, los “reality show”, los dramatizados unitarios, caricaturas, concursos y películas(22).

Sin embargo, al no haber ninguna regulación por parte del Estado frente a los contenidos que exponen a su población, pero principalmente a los niños, hay nuevos elementos que se han añadido a los contenidos televisivos como las telenovelas o ahora denominadas teleseries, que han producido nuevos imaginarios sociales relacionados al fenómeno conocido como “narcocultura”, el cual tiene un estrecho vínculo con las dinámicas delictivas de los carteles del narcotráfico.

En este orden de ideas, los contenidos televisivos influyen de manera decisiva en las audiencias, pues propician la repetición de prácticas culturales tanto positivas como negativas. Así, la exposición a telenovelas o teleseries con contenidos nuevos como el tema del narcotráfico, ha propiciado que la narcocultura haya penetrado en la mentalidad de niños y adolescentes al grado de que haya una aspiración por pertenecer a estos grupos criminales, es decir, hay una relación directa entre la predisposición y los contenidos mediáticos.

En ese marco, son numerosas las evidencias recabadas sobre los diversos efectos patogénicos de la exposición televisiva a contenidos nocivos, en particular en niños y adolescentes, destacando entre ellos la producción de comportamientos agresivos, una menor sensibilidad al dolor y sufrimiento de otros, así como temor y ansiedad(23-27), incremento en la obesidad y en los trastornos alimentarios(28-29), así como en trastornos del aprendizaje, consumo de alcohol y drogas y conductas sexuales de riesgo(30-33).

En el contexto nacional, un factor de vulnerabilidad añadido entre otros, puede ser el incremento a la exposición televisiva con potencial patogénico en niños y adolescentes, como una de las “externalidades epidemiológicas” de las políticas de abandono de la economía campesina en el país, ante la sostenida expulsión laboral del campesinado mexicano, agudizada a partir del Tratado de Libre Comercio en Norteamérica y cuyo incremento de hecho estaba previsto. Se trata así de una expresión de la desintegración familiar y la desatención que sufren los menores en el ámbito de las unidades domésticas cuando son privadas de uno o de ambos progenitores migrantes. En tal condición, los menores quedan a cargo de la madre sobrecargada de trabajo o de los abuelos, quienes se enfrentan con una responsabilidad que a menudo los rebasa en varios sentidos. En todo este proceso emerge entonces la figura protagónica de la televisión como “alternativa” en la tutela y atención de los menores, con un costo epidemiológico insuficientemente caracterizado que este estudio pretende explorar de manera incipiente.

 

UBICACIÓN Y metodología

Santiago Tapextla, municipio costero de Oaxaca, colinda con Santo Domingo Armenta (Oaxaca) y con Cuajinicuilapa (Guerrero) (Figura 1).  Consta de cinco agencias: Llano Grande, La Culebra, San Isidro, Cahuitán y la cabecera municipal y cuenta con una población aproximada de 3,031 habitantes. Es el municipio de México con mayor presencia de población afrodescendiente (83.7 %)(34). Más de la mitad de sus habitantes vive en condiciones de pobreza extrema, por lo que hombres y mujeres jóvenes emigran para emplearse en Acapulco, Los Cabos y la Ciudad de México y a Estados Unidos como principales sitios de atracción(35).

 

Figura 1. Santiago Tapextla, Oaxaca, México.


Fuente: http://www.cndh.org.mx/docs/Afrodescendientes.pdf

 

Según datos del mismo municipio, en 2010 el 10% de su población había dejado la comunidad para buscar oportunidades de trabajo y la proporción aumentó en 2015 al 17%. Se estima que este conjunto de la población permanece fuera del municipio en un margen que va de seis meses a veinte años y la edad promedio de quienes migran va de los 15 a los 40 años(36). La situación coincide con un patrón regional(37).

La economía local se basa principalmente en la agricultura, la cría de animales y la pesca. Muchas mujeres son jefas de familia, sea por viudez, abandono o emigración por trabajo por parte de sus parejas u otras causas. En su caso, las actividades económicas para sostener a su familia son la venta local de pan, comida preparada, productos lácteos, y tortillas entre otros, y emplearse en municipios colindantes como ayudantes de cocina en restaurantes y como empleadas domésticas. La estructuración familiar es usualmente extensa; las abuelas albergan a sus hijas sin marido, o quedan a cargo de nietos hijos de padres ausentes. 

En cuanto a servicios, el municipio cuenta con un centro de salud “IMSS-Prospera” con un solo médico adscrito, que brinda atención exclusivamente entre semana. El acceso al centro de salud no es fácil para algunas de las agencias del municipio, en particular en temporada de lluvias.  La clínica registra como principales enfermedades infecciones respiratorias y gastrointestinales, diabetes, hipertensión y desnutrición infantil. Sin embargo, un problema de salud emergente es el de los embarazos en adolescentes, así como, de acuerdo con testimonios locales, la exposición de los jóvenes al reclutamiento en ciudades como Acapulco por parte del crimen por narcotráfico, lo que ha desembocado eventualmente en su muerte o desaparición.

El estudio de campo se llevó a cabo en el segundo semestre de 2014 y primero de 2015 con visitas posteriores, como parte del programa de investigación “Actores Sociales de la Flora Medicinal en México”, que en esa localidad ha acompañado la operación de su Comisión Municipal de Salud (Comunsal) en acciones articuladas con diversos actores locales, el gobierno municipal e instituciones y programas de salud, educación y asistencia social con presencia en el municipio y en el seno de la cual se plantearon problemas de salud como el que motiva este trabajo(38). En ese marco metodológico se ha desarrollado un proceso de promoción y educación tendiente a reconocer el potencial sanitario de los saberes y recursos locales e impulsar la deliberación dialógica de iniciativas para identificar y abordar los problemas de salud más relevantes en la localidad (Proyecto Conacyt clave 101990).   

El protocolo de investigación fue aprobado en términos éticos por la Coordinación Nacional de Antropología del INAH, obteniéndose el consentimiento informado de cada uno de los participantes y la anuencia de la Comunsal. Se aplicó un cuestionario sobre exposición televisiva a 75 madres de familia entre 18 y 60 años, integrantes del programa de asistencia gubernamental entonces llamado “Prospera”, todas adscritas al sistema de cobertura médica parcial denominado “Seguro Popular”. También se realizaron diez entrevistas a profundidad con cuidadoras de hijos encargados, cinco a niños de padres migrantes, y seis reuniones de grupos focales. Otra encuesta complementaria se aplicó en 2019 a escolares de primaria y secundaria (Cuadro 1). El criterio de selección e inclusión para aplicar el cuestionario, llevar a cabo las entrevistas y formar grupos focales fue su adscripción a dichos programas y su anuencia para participar. El tema también fue abordado por la Comunsal y en su Boletín de abril de 2015, participando personal médico e integrantes del cabildo.

 

Cuadro 1. Exposición televisiva, formatos de encuesta y entrevista,
Santiago Tapextla, Oaxaca, 2014 y 2019.

Edad

 ¿Qué edad tiene?

Localidad

 ¿Lugar donde vive?

Acceso a televisión

 ¿Cuenta con televisión en su casa?

Usuarios televisión

¿Quién ve más tiempo la televisión en casa?

Edad de usuarios

¿Qué edad tienen?

Tiempo en televisión

¿Cuánto tiempo ven la televisión cada día?

Contenido programación

¿Sabe de qué tratan los programas que ven? ¿De qué?

Canal más visto

¿Sabe en qué canal transmiten los programas más vistos en casa?

Percepción del tiempo de exposición

¿Cree que cuatro horas o más es mucho tiempo para ver televisión? ¿Por qué?

Repercusión de la televisión

¿Considera que ver la televisión repercute en algún aspecto de los usuarios?

¿De qué manera?

Consumo

¿Cuáles son los productos o servicios que anuncian en la televisión? ¿Su familiar ha comprado o tenido intención de comprar algo anunciado ahí?

 

 

Entrevista Adultos

¿Cuándo usted era niño (a) veía televisión?

¿Por qué cree que ahora hay más niños que ven la televisión en esta comunidad?

¿Cree que repercute en algo que los niños vean tanto tiempo televisión?

¿Todos los niños ven televisión de esa manera en la comunidad?

¿Qué piensa de lo que transmiten en la televisión?

 

Encuesta Niños

Edad

¿Qué edad tienes?

Género

Mujer-Hombre

Estructura familiar

¿Con quién vives en casa?

Migración familiar

¿Algún integrante de tu familia está fuera de la comunidad?
¿Quién? ¿En dónde?

Motivo de migración y tiempo

¿Por qué motivo está fuera? ¿Desde cuándo?

Tiempo libre

¿Qué es lo que te gusta hacer en tus ratos libres?

Gusto por la televisión

¿Te gusta ver la televisión?

Programa favorito

¿Cuál es tu programa favorito?

Contenido del programa

¿De qué trata tu programa favorito?

Tiempo estimado de exposición

¿Cuántos programas más ves además de tu favorito?

Comerciales

De los comerciales que ves, ¿cuáles recuerdas más?

Acompañamiento durante la exposición

Cuando ves la televisión, ¿lo haces sólo o alguien te acompaña?

Otra actividad de esparcimiento

Además de ver la televisión, ¿qué otras cosas haces en tu tiempo libre?

 

Entrevista Profesores

A través de su experiencia como profesor ¿Ha podido identificar alguna relación entre el uso de la televisión, el rendimiento escolar de sus alumnos y el comportamiento de ellos?

Se ha señalado en otras ocasiones que los niños que hacen uso de la televisión son niños que sus padres han migrado ¿Qué relación encuentra usted con esto?

¿Qué porcentaje de sus alumnos calcula que son niños de padres migrantes?

¿Nota alguna diferencia entre sus alumnos que son hijos de padres migrantes y quienes no lo son?

¿Qué opina sobre la programación televisiva a la que tienen acceso los niños?

 

RESULTADOS

Observación etnográfica

Carmen y Ana

Carmen, de doce años y Ana, de ocho, son dos niñas originarias de Santiago Tapextla, municipio de la costa de Oaxaca. Además de que las dos van a la misma escuela y son oriundas del mismo pueblo, sus historias de vida se asemejan, ya que en ambos casos tanto el padre como la madre migraron a Estados Unidos desde que eran pequeñas y no han regresado. Desde entonces, ambas han estado bajo el cuidado de sus familiares como responsables de su crianza.

Carmen ha crecido en el hogar de su abuela, viuda de avanzada edad que además de cuidarla, se ha hecho cargo de otros nietos y de nueras que sus hijos encargaron al salir de la localidad en busca de trabajo. Carmen se comunica con su padre cada vez que él habla por teléfono para avisar que envió dinero, pero dice que a veces pasan hasta tres meses en que no sabe de él. Con su madre jamás ha hablado, porque cuando se fue del pueblo con su padre, ella tenía siete meses y poco después se separó de él y no supieron más de ella.

Ana, la otra niña, vive con sus abuelos; su abuela se hace cargo del hogar y su abuelo es campesino. Los dos han cuidado de Ana y de sus dos hermanos ya adolescentes. Sus padres se comunican cada quince días a casa, dictan la clave de envío de dinero y aprovechan para saludar a sus tres hijos.

Las rutinas de ambas niñas son muy parecidas; al llegar de la escuela comen y después se dedican a ver la televisión hasta el anochecer. Sus programas favoritos son cuatro. Dos de ellos series que transmite la empresa Televisa: “La Rosa de Guadalupe”, por canal 2 y “CQ” por canal 5, y lo que no dejan de ver ni una sola noche son las últimas dos telenovelas, “La malquerida” y “Hasta el fin del mundo” que las mantienen sentadas frente al televisor hasta las 10:30 de la noche.

Al día siguiente en la escuela, buena parte del tema de conversación con sus compañeras es el último capítulo de sus series y telenovelas favoritas. Sus comentarios versan sobre los personajes: en la ropa que usan, en lo bonitas que están las protagonistas (usualmente de tez blanca y elevada clase social), en lo malo que son algunos de ellos, en lo que debería pasar en la siguiente emisión.

Estas son dos de las muchas historias de niños y niñas que, al igual que ellas, son hijos de padres que han migrado en busca de oportunidades y que han sido encargados con sus familiares, casi siempre abuelos, en su mayoría personas mayores que no pueden estar completamente al pendiente de la crianza de los niños que les dejaron. La televisión, en estos casos, es la niñera más práctica, ocupando un lugar importante en la vida de estos niños y adolescentes, a diario expuestos a la programación de los principales canales de la televisión mexicana, publicidad incluida.  

 

Rezos contra el racismo

A las 5 de la tarde en casa de Carmen, ella y dos primas, niñas que también son encargadas, se sientan frente al televisor, encendido desde que llegaron de la escuela. El aparato está colocado en una mesa que también sirve como comedor para algunos integrantes de la familia; el resto come en una silla frente al televisor. Así, el lugar donde se cocina y come es el mismo donde se ve la televisión hasta el anochecer. Es un espacio amplio, con piso de tierra y techado con láminas de asbesto. Además de la televisión, mesa y sillas, hay una hamaca en la que regularmente se sienta a tejer la abuela, y un ventilador para atenuar el intenso calor. El televisor es pequeño, con perillas que giran para cambiar de canal; tiene una corta antena que mueven constantemente para que la imagen, de por sí con interferencias, “no se vaya”.

Sentadas y atentas frente al aparato, la primera escena de su serie favorita, “La Rosa de Guadalupe”, es un festejo de quince años donde una jovencita rubia baila con sus amigos; otra joven de cabello oscuro que aparece de la nada toma un micrófono y felicita a la festejada; dice ser su prima, y después de ello saca una pistola y dispara a la quinceañera. Después de esta escena aparece una leyenda que dice “años atrás”. Así, la historia empieza con dos mujeres embarazadas, que a su vez son hermanas, pero muy distintas físicamente; una es rubia y la otra morena. Pronto dan a luz a dos niñas, cuya fisonomía también difiere mucho. La mayor parte de la historia se centra en el trato desigual que la abuela da a sus nietas; en una escena determinante en la historia, en la que ambas niñas festejando su cumpleaños vestidas de princesas, la abuela se acerca para dar un regalo a la nieta rubia; la niña morena se dirige a ella para decirle que están vestidas de “Blanca Nieves”, su princesa favorita, pero la abuela responde que las princesas son rubias, de ojos azules y bonitas, de modo que ella sólo es “Negra Nieves”.

Luego el tiempo pasa y las niñas se convierten en jovencitas. La joven rubia de ojos azules recibe atenciones por parte de su familia, además de ser la mejor estudiante, la más bonita y la mejor bailarina. Por otro lado, la joven morena, mala estudiante, es señalada como una joven envidiosa. La rubia, condescendiente, se intenta acercar a su prima morena, pero es rechazada constantemente, lo que deriva en que ella, la prima “buena”, pida un milagro precisamente a la Virgen de Guadalupe: que su prima cambie, que ya no le tenga envidia y que su abuela quiera por igual a sus dos nietas. Pero eso no ocurre de inmediato, ya que después de pedir el milagro, ambas cumplen quince años y en la fiesta de la joven morena, ésta es rechazada por un joven que confiesa estar enamorado de su prima rubia. Esta es la escena que detona el que la joven desairada intente asesinar a su agraciada prima.

Una vez frustrado ese intento, la joven rubia pide ver a su prima, y le dice que ha pedido por ella y por su abuela: en tanto, hay un momento en que las jóvenes se miran y la señal de que el milagro ocurre es que sienten un aire fresco que hace mover sus cabellos. En la escena final se muestra que los rezos tuvieron su efecto, ya que toda la familia aparece en una fiesta donde la abuela abraza a su nieta morena, señal de que ya la quiere y de que ésta no tiene ya envidia.  Tramas similares a la de esta historia configuran los siguientes programas que seguirán viendo Ana y sus primas hasta las 10:30 de la noche, por años.

 

Cuestionarios y entrevistas

En cuestionarios y entrevistas, el grupo que se refirió como el más expuesto a la televisión fue el de niños y adolescentes (74%), seguido por las mujeres (22%) y hombres (4%) (Figura 2). El tiempo estimado para ver televisión varió en un rango de tres a cinco horas:

Ahora los niños no juegan, ya sólo viendo televisión pasan, la mayoría de niños pasan horas sentados viendo ese aparato, llegan de la escuela y hasta la noche están viéndola, ni hacen caso cuando les habla uno, con decirle que ni la tarea hacen muchos por estar viendo la tele (Melisa, 42 años).

 

Figura 2. Integrantes de la familia más expuestos a la televisión,
Santiago Tapextla, Oaxaca, 2014 (100%= 75 mujeres encuestadas).


Fuente: Elaboración propia

En cuanto al predominio de niños y adolescentes como televidentes, se refiere que “la mayoría de los que ven la tele todo el día viven con los abuelos, porque sus papás están trabajando en el otro lado” (Nadia, 48 años). Así, la migración de los padres es señalada constantemente como un fenómeno que subyace en el uso excesivo de la televisión y en el poco acompañamiento por parte de los responsables de los niños, que en su mayoría son los abuelos.

Esta situación se pudo abordar en ambas etapas de la investigación constatando cómo se reestructura la dinámica familiar en función de la migración de alguno de los progenitores o de ambos, situación que incide directamente en el uso excesivo de la televisión sin acompañamiento suficiente. Así, en 2014 a través de los cuestionarios aplicados a las 75 mujeres fue posible registrar cuántas de ellas cuidaban de niños cuyos padres habían migrado. El 19% del total de la muestra fueron abuelas y/o tías cuidadoras de nietos y sobrinos (Figura 3).

 

Figura 3. Proporción de mujeres de acuerdo con niños a su cargo,
Santiago Tapextla, Oaxaca, 2014 (100% = 75 mujeres encuestadas)


Fuente: Elaboración propia

 

Sin embargo, de las 61 mujeres restantes (81%), dos eran madres muy jóvenes en cuya infancia también fueron niñas encargadas y desde entonces no han vuelto a ver a sus padres, que viven en Estados Unidos. Los resultados de los cuestionarios aplicados a niños en 2019 son muy similares a lo reportado por las mujeres ya que, de los 82 niños, el 12% señaló que viven con su madre y hermanos y que su padre está ausente por diferentes circunstancias además de la migración, mientras que 18 de ellos, es decir, el 22% del total son niños encargados, ya que ninguno de los padres está en el hogar (Figura 4).

 

Figura 4. Estructura familiar de niños encuestados, Llano Grande,
Santiago Tapextla, Oaxaca, 2019 (100% = 82 niños encuestados). 


Fuente: Elaboración propia

 

Al respecto, los profesores de primaria y secundaria coincidieron en señalar la asociación entre a) niños hijos de padres migrantes, b) uso mayor de la televisión y c) bajo rendimiento escolar:

La migración de los padres es un factor principal en el aprendizaje de los hijos, ya que los dejan con sus abuelitos que son grandes y que no saben leer y que no ponen atención de cuánto tiempo ven la televisión y todo eso afecta en su aprendizaje (Julián, Profesor de Secundaria, 42 años).

En cuanto al tipo de programas y canales vistos, un factor determinante es el poder adquisitivo de los usuarios, ya que la contratación de televisión de paga cuesta entre doscientos y quinientos pesos al mes (10 a 30 dólares). La contratación de este servicio en Santiago Tapextla es relativamente reciente, ya que fue hasta 2010 que una empresa particular empezó a ofrecer el servicio satelital. En comunidades rurales del vecino estado de Guerrero (municipio de Copalillo, por ejemplo), observamos que una misma señal televisiva de paga es compartida en varios aparatos, lo que coloca a los televidentes que hacen uso de esa señal “prestada”, incluidos los menores, a expensas de la elección de programas de quien ha contratado el servicio. En 2014 eran escasas las familias en Santiago Tapextla que podían pagar por este servicio. Sin embargo, para 2019 pudimos constatar que el acceso a televisión de paga había aumentado considerablemente. A pesar de ello, los canales más vistos por el grupo que está más tiempo expuesto a la televisión fueron el 2 (66%), el 13 (24%) y el 5 (10%), y la programación preferida son telenovelas (78%), series (18%) y caricaturas (4%) (Figura 5).

 

Figura 5. Canal y tipo de programa más visto por los niños,
Santiago Tapextla, Oaxaca, 2014 (100%= 75 mujeres encuestadas)


Fuente: Elaboración propia

 

Entre las series televisivas, para 2019 encontramos que algunas transmitidas por servicio de paga ahora están al alcance de los niños por televisión abierta; una de ellas, denominada Acapulco Shore, que constatamos de contenido altamente violento a nivel racial, sexual y social, fue referida por los menores como uno de los programas más vistos.

Se exploró el contenido de la programación en ambos grupos expuestos, mostrando las diferencias en la percepción entre niños y mujeres sobre las temáticas transmitidas (Cuadro 2).

 

Cuadro 2. Contenidos principales por frecuencia de mención, percibidos de la programación televisiva según mujeres (2014) y niños (2019) encuestados, Santiago Tapextla, Oaxaca.

Percepción de las mujeres

Percepción de los niños

Violencia

Violencia

Desigualdad social

Amor

Racismo

Milagros que hace la Virgen

Sexualidad

Cumplir los sueños

Fuente: Elaboración propia

 

A su vez, las mujeres entrevistadas coincidieron al señalar que la exposición a estos temas repercute en la conducta infantil:

Los niños ahora con la televisión ya no actúan como niños. Con todo lo que pasan en la tele andan actuando como grandes, hacen lo que ven en la tele, en las novelas pura violencia y de eso aprenden. Las niñas por ejemplo se pelean por los niños, como pasa en las novelas y bueno, ni le digo de los niños, que ya quieren ser de bandas (Paola, 38 años).

Otro aspecto importante referido fue el de la publicidad, que orilla a que los niños pidan a sus padres o a quienes los tienen a cargo la compra de productos anunciados. Ello es más evidente en el caso de los niños encargados, cuyas abuelas señalaron que sus nietos demandan a sus padres que están en el norte la compra de la mercancía publicitada:

La otra vez que le llamó su mamá le dijo que le mandara dinero para comprar una plancha para alisarse el cabello; le dijo que en la tele dijeron que en Elektra estaban bien baratas (Ángela, 59 años).

Pues ahora usted puede ver a niños de 10 años con iphone, vaya a las escuelas y mire cuántos tienen este tipo de celulares que hasta donde sé son muy caros.  Pero mire, como le repito, muchos padres lo hacen para cubrir su culpa de que no han estado con sus hijos y lo que ven los chamacos en la tele se lo compran (Obdulia, 58 años)

En ese marco, los niños refirieron cuáles son los productos promovidos por televisión que para ellos resultan más significativos o importantes (Cuadro 3).

 

Cuadro 3. Contenidos publicitarios en televisión por orden descendente de mención en la percepción de niños encuestados, Llano Grande, Santiago Tapextla, Oaxaca, 2014 y 2019.

Contenidos publicitarios

1.                                              Refrescos

2.                       Tiendas de autoservicio

3.                  Ropa y zapatos deportivos

4.                                  Comida chatarra

5.                                                Alcohol

6.                                                   Autos

7.           Restaurantes de comida rápida

8.                   Pan y galletas procesadas

9.                            Teléfonos celulares

Fuente: Elaboración propia

 

También fueron referidos algunos efectos particulares en la salud, como la “afectación a la vista” por el tiempo prolongado de exposición:

Cómo no le va a afectar, si se pasa hasta cinco horas frente a la televisión; yo veo que sus ojos le arden, se los talla, y eso es diario; pero mire, pues no se les puede decir nada, como sus papás no están aquí, pues ven la tele para distraerse (Verónica, 62 años)

En cuanto al abordaje del tema con los propios niños, su narrativa, además de reflejar la asociación entre la exposición televisiva y la condición de tener a sus padres emigrados, así como la preferencia por las telenovelas, también denota una idealización colonial que la televisión proyecta en la percepción infantil sobre la figura de los protagonistas, ajena a su propia fisonomía precisamente en una comunidad afrodescendiente, como lo narra Lucero, de 8 años:

  • ¿Cuál es tu programa favorito?
  • A mí la que más me gusta es la de Salomé
  • ¿Qué es lo que más te gusta de esa telenovela?
  • Me gusta la ropa que sacan las muchachas y que están bonitas
  • ¿Cómo son esas muchachas?
  • Pues, son güeritas, así su cara finita finita, su cabello así bien bonito lisito y largo
  • ¿Te gustaría ser como esas muchachas?
  • Sí (risas)  

 

Discusión

Los resultados sugieren que los niños y adolescentes de Santiago Tapextla se están desarrollando en un ambiente donde la televisión juega un papel referencial e importante en su vida. La asociación entre la exposición excesiva a la televisión, el insuficiente acompañamiento por parte de adultos y la migración parental, son procesos articulados que comparten su raíz en la precariedad socioeconómica que obliga, en el marco de sus estrategias de sobrevivencia, a una restructuración familiar y que a su vez demanda políticas que visibilicen e incidan en esa situación. No hay en la localidad, por ejemplo, una casa de la cultura ni opciones recreativas o lúdicas que expandan el horizonte de oportunidades de la población en general y de niños y adolescentes en particular. El medio televisivo opera como ventana a una realidad ajena, desestimando lo propio, lo que a su vez sucede porque la realidad inmediata de precariedad posibilita esa proyección al exterior. Así, la exposición televisiva intensiva (definida aquí como aquella que rebasa las tres horas diarias) aparece como una situación añadida que vulnera la crianza de los niños ante el insuficiente acompañamiento parental. Los niños y adolescentes estructuran su vida social en la comunidad y construyen un perfil en donde participa lo que cada día ven en televisión. Y es que antes de que llegara la televisión a Santiago Tapextla, comenta doña Irma “las calles estaban llenas de niños, jugando, corriendo; hoy las calles por la tarde y noche están solitas”.

La compleja e insidiosa presencia de la colonialidad genera espacios de alienación y desarraigo, insostenibles, expulsores. Sin embargo, la solidaridad de mujeres, hombres, y también niños que se quedan al cuidado de nietos, sobrinos o hermanos es un fenómeno constatable a lo largo de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca(37). Así, la edad (avanzada o insuficiente) de quienes “sustituyen” a los padres o la situación económica que obliga a trabajar y dejar solos a estos niños y adolescentes, conduce a una falta permanente de acompañamiento en cuanto a factores del medio, como es el caso del tiempo y contenido de la exposición televisiva. Desde una perspectiva de salud pública, se ha descrito que la exposición a contenidos de violencia en televisión provoca en niños una menor sensibilidad al dolor y al sufrimiento de otros, más temor respecto al mundo que les rodea y más comportamientos agresivos(23-24,26-28). Sin embargo, la proyección televisiva de la violencia en los niños reclama considerar a su vez sus propios contextos sociales de violencia(30,39).

Así, ¿son relevantes estos efectos en términos de salud pública, o su irrelevancia proviene de la irrelevancia misma impuesta en el marco de la colonialidad a un sector de la población, vinculado a su vez estrechamente al modelo económico dominante?

 

CONCLUSIONES

La relación entre exposición televisiva y migración parental se inscribe en la trascendencia de las dinámicas de desatención que a diverso nivel deben de ser focalizadas desde la salud pública. La invisibilidad de ciertos conjuntos sociales, como el de los menores encargados, invisibiliza sus riesgos. En tanto, el concepto referencial del riesgo sanitario, motivo incluso de un organismo gubernamental en el sector de la salud pública en México (COFEPRIS), no reconoce ni contempla en la práctica procesos multifactoriales como los analizados. De ahí que un abordaje epidemiológico incluyente debe redimensionar al riesgo sanitario en su naturaleza y alcances. En ese marco, la colonialidad como dispositivo patogénico estructural no es un mero enunciado, sino un proceso concreto y verificable, en el cual la jerarquización impuesta y naturalizada determina también la distribución diferencial del riesgo sanitario en espacios y grupos poblacionales específicos, designados y asumidos como inferiores al igual que sus saberes y percepciones del mundo.

La exposición televisiva en contextos de vulnerabilidad demanda visibilización desde la salud pública porque implica, desde su programación, un auténtico riesgo sanitario. La responsabilidad del Estado de proteger a los ciudadanos respecto a dicho riesgo obliga a replantear desde la salud pública la función de los medios de comunicación al interior de las sociedades capitalistas. Ello, al margen de que una programación televisiva de calidad es por supuesto insuficiente si persisten patrones de desatención múltiple, resultantes de la precariedad económica, educativa y política de las comunidades. Hay aquí una sinergia patogénica que no se puede abordar desde una perspectiva epidemiológica atomizada o reduccionista.

Desde el pequeño universo crítico de un municipio emblemáticamente marginal en México, emerge la necesidad de políticas públicas que respondan a condiciones patogénicas estructurales, lo que no resuelven programas paliativos que no atienden la dinámica multifactorial en la génesis de los problemas de salud, ante la fragilización creciente de grandes grupos poblacionales en la sociedad contemporánea, fruto de los procesos económicos, sociopolíticos y culturales propios del capitalismo globalizado actual(11), como sucede en el caso analizado y su contexto.

A su vez y no de menor importancia, son las propuestas que desde la investigación y la práctica pediátrica se han generado en otros países, visibilizando el problema de la exposición televisiva en niños y adolescentes(42).

Estos efectos en términos de salud se expresan en una amplia gama que incluye, entre otros, la conducta agresiva y/o violenta, el abuso de sustancias, las incidencias en la actividad sexual, la obesidad, la pobre imagen corporal y el bajo rendimiento escolar, derivando en recomendaciones concretas(43), cuya aplicación debe ser retomada y adecuada a la realidad existente, a menudo contrastante en países como el nuestro. En el caso que nos ocupa, es previsible que el carácter de riesgo y sus efectos se agudicen ante la precariedad existente en una comunidad que no dispone de mecanismos de control y de protección. El reconocimiento de que el carácter patogénico de una determinada programación televisiva se agudiza en contextos de precariedad social obliga a tener en cuenta la dimensión contextual del problema y las diversas vertientes de respuesta que deben ser atendidas y abordadas, entre ellas el nivel legislativo, educativo y sociomédico.

 

Disparadores de riesgo

Desde la perspectiva de las políticas públicas actuales en salud, la exposición televisiva no constituye un proceso relevante. La bioepidemiología y su salud pública, en una aproximación atomizadora y esencialmente sintomática, no repara y/o aborda la articulación entre la calidad de los medios de comunicación y la condición de base, sanitaria y asistencial, de las poblaciones. Y si bien la literatura señala algunos impactos de dicha exposición en la salud individual, tampoco focaliza integralmente su dimensión sociosanitaria, y menos aún sus vinculaciones con la colonialidad, que requiere para su reproducción de mecanismos arraigados y persistentes de sometimiento económico e ideológico, como es el caso de los medios de comunicación masiva determinados por la economía de mercado.

¿Se pueden conceptualizar los patrones de exposición televisiva como expresiones de dicho dispositivo patogénico?  Desde una perspectiva contextual, ella constituye un riesgo sanitario que no por ser eventualmente indirecto es menos real.  En un mismo sistema patogénico, a la desprotección inercialmente programada de sectores vulnerables, se asocia, entre otros mecanismos, la insuficiente regulación televisiva.  En el caso que nos ocupa, la colonialidad subyace como disparador de riesgo en la insuficiente regulación de los medios de comunicación, como reflejo de la jerarquización impuesta y naturalizada de seres humanos, característica de dicho ordenamiento social(8).

En otra faceta de este panorama epidemiológico en la misma comunidad, se ponen de relieve las dinámicas de empeño-endeudamiento y su relación con la precariedad asistencial como otro proceso invisibilizado desde las políticas sanitarias actuales(41).

En una misma comunidad, la exposición televisiva de baja calidad en grupos vulnerables o la insuficiente regulación del sistema crediticio y prendario en grupos carentes de atención médica formal derivan en un riesgo sanitario objetivo.  En un mismo horizonte, el ordenamiento social de la colonialidad subyace de manera concreta en diversos procesos articulados de exclusión patogénica.

 

Recomendaciones

La regulación de la programación televisiva debe ser asumida formalmente por la referida Comisión Federal de Prevención de Riesgo Sanitario o su equivalente en coordinación con otras instancias públicas, educativas y culturales relacionadas. Su orientación debe privilegiar contenidos críticos y propositivos regidos por principios generales como los descritos por Santos: desmercantilización, democratización y descolonización(44). Como parte de ello, es fundamental expandir tanto la perspectiva epidemiológica como los programas nacionales y regionales de atención y salud ante factores y procesos patogénicos que han sido invisibilizados a pesar de su relevancia, como el del caso que nos ocupa. Estos programas incluyentes son prioritarios y deben de tener carácter intersectorial.

A nivel local y municipal, la operatividad real de las comisiones de salud como plataformas de interlocución debe ser impulsada. Su desempeño y su potencial dinamizador, diagnóstico y de enlace es determinante en escenarios comunes como el referido. Los espacios lúdicos, deportivos y artísticos deben ser valorados e impulsados en su trascendencia sanitaria. Su precariedad forma parte de los horizontes compartidos de riesgo. Esto deriva en particular, por ejemplo, en que los niños y adolescentes que buscan desarrollar otras actividades en su tiempo libre, se vean obligados a regresar a casa a ver televisión. Se debe asumir por tanto como una tarea prioritaria y no meramente discursiva de protección y promoción de la salud la gestión del espacio público para generar instancias donde todos los grupos poblacionales desarrollen actividades que fortalezcan y diversifiquen su capacidad reflexiva y creativa.

 


Santiago Tapextla. Foto: P. Hersch M.

 

 

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, de México, mediante el proyecto clave 101990,  “Potencial sanitario de saberes y recursos locales en dos municipios rurales de alta marginación contrastantes en términos bioculturales. Hacia un modelo de intervención sanitaria y ambiental replicable regionalmente”, así como la colaboración de los habitantes de la comunidad que participaron en el estudio, en particular de Beatriz Florencia Bernal, Obdulia Oliva, Pablo Verónica, Teresa Arellanes, del médico Fermín Gaspar y la enfermera Nilia Silva, así como de los profesores Juana Eleuteria Vázquez, Julises Bernal, Arturo González y César Arellanes y de los compañeros Mariana Bestard, Mariana Solorio, Ana Catalina Sedano y Raúl García, del Programa ASFM-INAH.

 

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